Australia, que afronta actualmente una crisis por la irrupción a finales de año de la variante ómicron que afecta principalmente a las residencias de ancianos y ha causado bajas entre los trabajadores esenciales, acumula unos 2,4 millones de infecciones de covid-19, que incluye más de 4.250 fallecidos y más de 300.000 casos activos.
“La condición es que tienes que tener dos dosis de la vacuna para venir a Australia. Esta es la regla y se espera que todos la obedezcan”, dijo este lunes en una rueda de prensa en Camberra, el primer ministro australiano, Scott Morrison, al término de una reunión del Gabinete.
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Australia, que cerró sus fronteras en marzo de 2020, había comenzado a abrirlas progresivamente en noviembre pasado a residentes y ciudadanos y después a trabajadores temporales y estudiantes extranjeros, así como a viajeros de Nueva Zelanda, Singapur, Japón o Corea del Sur, pero la irrupción de la variante ómicron a finales de año ralentizó estos planes.
El Ejecutivo de Camberra obliga a los viajeros que entren a Australia - país que expulsó en enero pasado al tenista número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic por no estar vacunado contra la covid-19- a que demuestren que se han inoculado dos dosis del suero contra el coronavirus o presenten una exención médica válida.
Aquellas personas que no están vacunadas y quieran entrar a territorio australiano deberán pedir un permiso especial de viaje y de recibir el visto bueno deberán someterse a una cuarentena en un centro destinado para esos fines, explicó en esta rueda de prensa la titular del Interior, Karen Andrews.
Aunque la apertura ha sido impulsada por el Gobierno australiano, cada estado tiene la potestad de implementar sus propias medidas, lo que permite al estado de Australia Occidental, cuya mayor ciudad es Perth, quedarse al margen de la apertura y mantener sus fronteras cerradas hasta que sus autoridades lo estimen oportuno.