El cohete se utilizó en 2015 para colocar en órbita un satélite de observación del clima en la Tierra, el Deep Space Climate Observatory (DSCOVR).
Desde entonces, la segunda etapa utilizada para propulsarlo flotaba en el cosmos en una órbita denominada “caótica” por los matemáticos, explicó el miércoles a la AFP Bill Gray, el astrónomo que descubrió la nueva trayectoria.
El objeto pasó bastante cerca de la Luna a principios de enero, lo que cambió su órbita, detalló este responsable del Proyecto Plutón, un software que permite calcular las trayectorias de asteroides y otros objetos, utilizado por programas de observación financiados por la NASA.
Una semana después, el experto pudo volver a observar los restos del cohete para percatarse de que se estrellarían contra la cara oculta de la Luna el 4 de marzo.
Tras lanzar un llamado a la comunidad de astrónomos aficionados para que hicieran nuevas observaciones, los datos fueron confirmados.
La hora y el lugar precisos aún podrían cambiar por minutos y kilómetros, pero la colisión es segura.
“He estado rastreando desechos espaciales como estos durante unos 15 años, y este es el primer impacto lunar no intencionado” detectado, dijo.
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El choque de este objeto de aproximadamente cuatro toneladas no será visible desde la Tierra cuando ocurra. Pero debería causar un cráter que sí podría ser observado por los científicos más tarde, en particular por las sondas LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter) de la NASA o Indian Chandrayaan-2, aportando nuevas luces sobre la geología lunar.
En el pasado se han lanzado naves espaciales intencionalmente a la Luna con fines científicos.
En 2009, la NASA lanzó una segunda etapa de cohete con el objetivo de impactar en un área cercana a su Polo Sur para estudiar la presencia de agua.
Pero la mayoría de los cohetes de SpaceX se separan de la segunda etapa a menor distancia, lo que generalmente permite que esta vuelva a ingresar a la atmósfera de la Tierra, donde se desintegra sobre el océano.
Sin embargo, estos impactos lunares no planificados podrían multiplicarse en el futuro, según Bill Gray, sobre todo debido a los objetos que dejarán en su trayectoria los programas lunares estadounidenses y chinos.