La principal novedad del estudio es que se ha logrado establecer la relación entre el funcionamiento de la insulina del páncreas y la melatonina.
Liderada por la catedrática de la Universidad española de Murcia Marta Garaulet, en colaboración con la universidad estadounidense de Harvard y el hospital general de Massachusetts, de Boston, la investigación apunta a que cenar a una hora muy cercana al momento de meterse en la cama afecta a la tolerancia de la glucosa, especialmente en aquellas personas con una variante genética de riesgo en el receptor de la melatonina denominada MTNR1B.
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Eso ocurre, indica el estudio, financiado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, porque la melatonina endógena, que se genera durante la noche cuando se acerca la hora del sueño, está implicada en las alteraciones de la glucosa que se producen en el metabolismo.
Las personas que además tienen la variable genética mencionada presentan una menor secreción de insulina por el páncreas cuando comen tarde por la presencia de esa melatonina.
Los resultados sugieren que, en presencia de alimentos, la melatonina provoca que el páncreas reduzca la producción de insulina, lo que hace que aumente el nivel de azúcar en sangre.
Según estudios previos de Garaulet, se considera una cena tardía aquella que se hace unas dos horas antes de irse a la cama, ya que el cuerpo comienza a producir melatonina una media hora antes de dormir.