En esta jornada, que coincide con la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, el papa aconsejó también a los informadores “escuchar en profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o el cese de muchas actividades económicas”.
En el mensaje, Francisco constató "que estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil".
Y aseguró que "una tentación siempre presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales, parece haberse agudizado, es la de escuchar a escondidas y espiar, instrumentalizando a los demás para nuestro interés".
Mientras que, "por el contrario, lo que hace la comunicación buena y plenamente humana es precisamente la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta".
Lamentó que "es evidente también en la vida pública, en la que, a menudo, en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a nosotros mismos", mientras que en el mundo de la información criticó "se busca el consenso; más que a la escucha, se está atento a la audiencia".
Agregó que "no se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar" y que "para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo" y "para contar un evento o describir una realidad en un reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de partida".
Reservó un punto de su mensaje a la comunicación sobre las migraciones, al observar que "para vencer los prejuicios sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, sería necesario tratar de escuchar sus historias, dar un nombre y una historia a cada uno de ellos".
"Muchos buenos periodistas ya lo hacen. Y muchos otros lo harían si pudieran. ¡Alentémoslos! ¡Escuchemos estas historias! Después, cada uno será libre de sostener las políticas migratorias que considere más adecuadas para su país. Pero, en cualquier caso, ante nuestros ojos ya no tendremos números o invasores peligrosos, sino rostros e historias de personas concretas, miradas, esperanzas, sufrimientos de hombres y mujeres que hay que escuchar", agregó.
Respecto a la Iglesia católica, el papa afirmó que “es triste cuando se forman bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones estériles”.