Pankoke creció en Johnstown, en Pensilvania, y, a sus 64 años, tiene un expediente donde destacan investigaciones de secuestros, narcotráfico e incluso rastreo de terroristas del 11S, pero tras tres décadas en el FBI, hoy es noticia en todo el mundo porque dirigió a un equipo internacional de expertos desde Ámsterdam que cree haber resuelto el misterio que causó en 1944 la redada en el escondite de Ana Frank.
Fue la investigación “más difícil y complicada que jamás" ha "experimentado”, pero también “una de las más significativas” de su carrera, subraya, señalando la importancia que tiene la figura de Ana Frank (1929-1945) para la memoria del Holocausto y de los niños asesinados a manos de los nazis en ese genocidio durante la Segunda Guerra Mundial.
Criminólogos, psicólogos, analistas de datos y científicos forenses, entre otros, han investigado a más de 30 sospechosos y 20 escenarios diferentes, quedándose el "más probable", algo que varios expertos en Países Bajos consideran un "gran trabajo" que aún necesita de más investigación porque se está poniendo en el punto de mira a un judío que trataba de sobrevivir en pleno Holocausto.
“La idea era encontrar respuesta a una pregunta: ¿Qué fue lo que causó la redada? Y ha dado la casualidad de que creemos que fue causada por alguien que es judío, que fue forzado y puesto en una posición tan insostenible que no tuvo otra opción”, subraya Pankoke.
Se trata de Arnold van den Bergh (1886-1950) y su nombre aparece en una nota anónima entregada en 1945 a Otto Frank, el padre de Ana y único superviviente de su familia, pero este no hizo público el dato porque “provocaría más daño que beneficio (por el antisemitismo de la posguerra), y tampoco le devolvería a sus hijos, su mujer o sus amigos”.
La copia mecanografiada de la nota ha sido localizada en el expediente de una investigación policial de 1963, que entonces llevó a cabo el detective Arend van Helden, el segundo intento policial de entender qué motivó aquella redada. Hubo otra investigación en 1948.
Las evidencias analizadas ahora le señalan como la persona que con mayor probabilidad habría desvelado a la Gestapo la dirección del Anexo Secreto donde se ocultaban las familias Frank y Van Pels, así como Fritz Pfeffer, un amigo de los Frank.
Pankoke, que recuerda que esta no fue “una investigación criminal, sino histórica", precisa que no se pudo contar con testimonios directos porque “los testigos ya habían fallecido en 2016”, así que tuvieron que “apostar por otros métodos para encontrar respuestas a preguntas que les hubieran hecho de tenerlos delante”.
Usando técnicas policiales modernas desarrolladas por el FBI e inteligencia artificial, revisaron decenas de miles de documentos, muchos de ellos inéditos, con testimonios en entrevistas y textos, y entrevistaron a numerosos descendientes de personas que tuvieron relación directa con los Frank, lo que “fue una tarea tan monumental, que por eso llevó tanto tiempo”.
“Hay que tener en cuenta que el nombre de Arnold ya estaba ahí. El detective puso en su informe que Otto le había dado la nota y su nombre fue mencionado por otros autores. Sabíamos que este alegato existía, pero nos asombró que no se siguiera la pista. El detective dejó escrito que preguntó por ahí y determinó que la reputación del notario era 'irreprochable', pero ¿qué significa eso? ¿con quién ha hablado? ¿qué ha preguntado?”, se pregunta.
Estos investigadores sí siguieron esa pista, hasta concluir que “con un 85-90% de probabilidad”, este notario fue quien habría entregado una lista de direcciones donde se escondían personas judías, a cambio de evitar la deportación a su familia a un campo de concentración nazi.
“No hubo un momento de: ‘Lo tenemos’, como cuando recibes las pruebas de ADN o un video que incrimina a un sospechoso. En nuestro caso, toda la información iba cuajando y hasta finales de 2019 no pudimos descartar seriamente a la mayoría de los sospechosos”, rememora.
También descartaron la hipótesis de que la redada fuera accidental porque los nazis fueron en busca del Anexo Secreto en aquella fábrica de Ámsterdam y preguntaron directamente: “¿Dónde están los judíos?”.
Los resultados de esta investigación se recogen en el libro “¿Quién traicionó a Ana Frank?”, escrito por la canadiense Rosemary Sullivan y disponible en 18 idiomas. Llegará a España el 9 de febrero (editorial HarperCollins).