Los nombres del presidente de Francia, Emmanuel Macron; el primer ministro de Italia, Mario Draghi; o el actual canciller de Alemania, Olaf Scholz suena como posibles sucesores, aunque todo puede pasar y según los analistas, los resultados pueden no estar a la altura de las expectativas.
Al final, es posible que nadie tenga, por ahora, la capacidad de afrontar él solo los profundos problemas que atraviesa la UE: desde el debilitamiento del Estado de derecho en algunos países miembros, al riesgo de marginación geopolítica o los reveses del Brexit.
Angela Merkel, sustituida en diciembre al frente de Alemania por el socialdemócrata Olaf Scholz, marcó a Europa con su esfuerzo por mantener cohesionada la Unión a pesar de las largas y numerosas crisis.
A Merkel “se la ve como la líder ‘de facto’ de la Unión Europea, y también del mundo libre”, escribe Sebastian Reiche, profesor en la escuela de negocios (IESE) de la Universidad de Navarra, en España, en su blog.
Una reciente investigación del centro de pensamiento European Council on Foreign Relations (ECFR) , reveló que, si pudieran, el 41% de los europeos daría su apoyo a Angela Merkel como presidenta de Europa, frente a solo el 14% que lo haría por el presidente francés Emmanuel Macron, el otro personaje por el que preguntaron en su encuesta.
Oportunidad para Macron
No obstante, el jefe de Estado francés tiene ante sí una oportunidad para ocupar ese puesto, cuya primera etapa será la presidencia por seis meses de la UE que Francia asumirá en enero.
La salida de Merkel, “podría permitir que la visión francesa de una Europa poderosa se desarrolle. Algo que Macron defiende desde su llegada al poder” , explica Alexandre Robinet-Borgomano, en una texto publicado por el centro de análisis francés, el Institut Montaigne.
“Es el presidente Macron quien lleva la iniciativa” para recuperar el liderazgo europeo, “aunque sus intentos autoproclamados por dar a la Unión Europea un objetivo claramente político se han visto hasta ahora frenados” , responde Helen Thompson, profesora de la Universidad de Cambridge, en una tribuna publicada recientemente en el New York Times.
“Súper Mario”
En este contexto, el tratado franco-italiano que Macron firmó con Mario Draghi (clave en las nuevas alianzas europeas postBrexit) no ha pasado desapercibido.
Los dos dirigentes acaban de lanzar un llamamiento común a reformar las reglas presupuestarias europeas para pemitir gastar más dinero en inversiones. Esta iniciativa no será del agrado de los países del norte de Europa, más ortodoxos en cuanto a las finanzas públicas.
Más aún cuando el jefe del gobierno italiano, apodado “Súper Mario” tras su desempeño al frente del Banco Central Europeo, es visto como un candidato potencial al liderazgo europeo.
“La vuelta de la estabilidad en el plano doméstico, unida a los fuertes nexos personales que tiene con sus socios europeos (...), sirven como excelentes referencias para reafirmar la presencia de Italia en la escena europea” , considera Nicoletta Pirozzi, del centro de ideas Istituto Affari Internazionali de Roma, en la revista Internationale Politik.
Sin embargo, la popularidad de Draghi podría ser “pasajera, ya que nació en la crisis económica causada por la emergencia sanitaria” del covid-19, añade Pirozzi.
Macron, por su parte, se enfrenta a un 2022 nada sencillo en el plano interno, con unas elecciones presidenciales en primavera cuyo resultado es muy incierto por el ascenso de la extrema derecha.
Esto podría provocar que Francia se centrara más en sus problemas políticos internos que en desarrollar sus grandes visiones sobre Europa.
En Alemania, apodada durante mucho tiempo como la “Gran Suiza” por su tendencia a dar preferencia a la prosperidad económica antes que a los grandes temas internacionales, las piezas se empiezan a mover.
“Queremos incrementar la soberanía estratégica de la Unión Europea” , y defender mejor los “intereses europeos comunes” , se puede leer en el acuerdo de coalición del nuevo gobierno de Olaf Scholz.
Pero para conseguirlo, Scholz, que se presenta como el heredero de Merkel (fue el número dos de su gobierno) tendrá que romper violentamente con ciertas estructuras.
De entrada, con el “Merkelismo” , una diplomacia enfocada en la búsqueda permanente de acuerdos, que prefiere esperar en los momentos de crisis antes de actuar y da prioridad a los intereses económicos, incluidos con regímenes autoritarios como Rusia y China.
Este sistema empieza a mostrar sus límites. “No debería sobrevivir a Merkel” , porque no permite “arreglar los desafíos de Europa, como la pandemia, el cambio climático o la competición geopolítica internacional” , afirman por su parte Piotr Buras y Jana Puglierin en el análisis del ECFR.
¿Una Europa sin cabeza?
Partidario de soluciones más firmes, ¿sería Emmanuel Macron el mejor situado?
“El liderazgo de Macron es una opción (...) pero es poco probable” por sus problemas para forjar “las alianzas” necesarias, advierte el profesor Sebastian Reiche. Además, existe la sensación de que Francia quiere usar Europa para defender sus propios intereses.
Y Helen Thompson es aún más pesimista.
“Actualmente, debilitada por la rivalidad entre Estados Unidos y China y profundamente dividida en el plano interno (...) la Unión Europea no puede ser dirigida, nadie puede ser la nueva Angela Merkel”, defiende la profesora de Cambridge.
“La realidad, hablando claro, es que ni el canciller alemán ni el gobierno francés pueden dirigir Europa (...) y, sin liderazgo, Europa se dirige al estancamiento”, pronostica Thompson.