“A veces íbamos a casa de una tía por la noche, porque en Buenos Aires y en nuestra familia no había costumbre en esa época de celebrar la Nochebuena como hoy. Se celebraba el día 25, siempre con los abuelos. Recuerdo una vez una cosa curiosa: llegamos y mi abuela todavía estaba haciendo cappelletti, los hacía a mano. ¡Había hecho 400! ¡Quedamos asombrados! Allí estaba toda nuestra familia: también vinieron tíos y primos”, recordó Francisco en una entrevista publicada por “La Repubblica” y “La Stampa”.
Sobre en quién pensará en estos días, el papa no dudó: "En los pobres, siempre. Como Jesús, que nació pobre: ese día María era una mujer de la calle, porque no tenía un lugar adecuado para dar a luz. Y luego pienso en todos los olvidados, los abandonados, los últimos y, en particular, los niños abusados y esclavizados. Me hace llorar y enojarme al escuchar las historias de niños y adultos vulnerables que son explotados. Y luego, pienso en los niños enfermos que pasarán la Navidad en el hospital, no hay palabras, solo podemos aferrarnos a la fe, a Dios, y preguntarle: ¿Por qué?".
El papa dijo a los padres que tienen a los hijos fuera de los hospitales que "no olviden lo afortunados que son". "Abrazadlos con fuerza y pasen más tiempo" y mostró su admiración y agradecimiento por los médicos y personal sanitario que cada día intentan "paliar el sufrimiento de esos pequeños".
Jorge Bergoglio aseguró además que le encantan los villancicos porque "están llenas de poesía".
Cuando acaba de celebrar sus 85 años, Francisco recordó cómo festejaba sus cumpleaños. “Éramos cinco hermanos en la casa. Además de mí estaban Marta Regina, Alberto Horacio, Oscar Adrián y María Elena. El cumpleaños siempre fue una celebración para toda la familia. Vinieron los abuelos, los tíos ... Mi madre hacía chocolate muy espeso para beber", explicó.
Contó que durante su infancia jugaba al fútbol en una plaza cerca de su casa y "no siempre había quien traía la pelota de cuero, sino que más bien se jugaba con una pelota de trapo. En Argentina, el trapo se ha convertido en un símbolo cultural de esa época, al punto que un poeta popular escribió un poema llamado 'balón de harapos'" y que también jugó al baloncesto .
Confesó que cómo no era muy bueno le pusieron de portero y que "ser portero fue una gran escuela de vida" porque "el portero debe estar preparado para responder a los peligros que pueden venir de todos lados".
Explicó que cuando era niño "no teníamos televisión en casa" y "varias veces, después de la cena, papá nos leía volúmenes en voz alta" y que los primeros que leyó de joven fueron "Don Segundo Sombra" de Ricardo Güiraldes y luego las novelas de Jorge Luis Borges y Fëdor Dostoevskij, y los poemas de Friedrich Hölderlin y en la “Los verdes” de Archibald Joseph Cronin .
Sobre que libros recomendaría a los niños, afirmó que "más que un libro, recomendaría leer. Porque existe el peligro de que la televisión te llene de mensajes que luego no se quedan, mientras leer es otra cosa, es un diálogo con el libro mismo, es un momento de intimidad que ni la tele ni la tableta pueden dar".
Confesó que piensa mucho en sus abuelos, pero sin "melancolía" y que echa de menos a sus tres hermanos que han fallecido, pero que los recuerda a ellos y a todos sus amigos con serenidad, porque los imagina "en paz".
Respecto a su salud asegura que se encuentra bien después de la operación al colon en julio y que en 2022 hará otros viajes internacionales y que nada ha cambiado en su rutina diaria. “Siempre me levanto a las 4 de la mañana y de inmediato me pongo a rezar. Y luego con los distintos compromisos y nombramientos. Sólo me permito una pequeña siesta después del almuerzo”, explicó.