En una carta dirigida a la Cámara, el responsable anunció, asimismo, que tanto él como la junta directiva renunciaban a sus funciones "como estipula el mandato" que el Gobierno Nacional de Unidad transitorio (GNU) le había concedido para organizar los comicios.
"Tras consultar los informes técnicos, judiciales y de seguridad, le informamos de la imposibilidad de realizar las elecciones en la fecha del 24 de diciembre de 2021", explicó el presidente de la comisión, sin ofrecer una fecha alternativa ni considerar si se deben aplazar o anular.
La posibilidad de que los comicios no se celebraran en la fecha fijada por la ONU sobrevolaba el conflicto libio desde que en septiembre el Parlamento en Tobrouk, elegido en 2014 pero sin legitimidad al no haberse conformado a tiempo, emitiera una ley electoral que fue rechazada de inmediato por el Consejo Supremo de Estado, una suerte de Senado elegida en 2015 durante el anterior proceso de paz fallido de Naciones Unidas.
Las discrepancias entre ambas cámaras se basaban, principalmente, en las condiciones exigidas a los aspirantes para presentar sus candidaturas.
Las opciones de un aplazamiento se multiplicaron a finales de noviembre después de que la comisión electoral rechazara las candidaturas de Saif al Islam, hijo y presunto sucesor de Muamar al Gadafi, el tirano derrocado en 2011; del mariscal Jalifa Hafter, líder de las milicias del este y hombre fuerte del país; y del primer ministro interino, Abdelhamid Debaibah, un multimillonario que hizo fortuna junto a la dictadura.
Los tres apelaron y fueron restituidos como candidatos por distintos tribunales, que consideraron que Saif al Islam y Hafter eran elegibles pese a haber sido condenados por tribuales locales por crímenes de lesa humanidad, y que Al Debaibah podía concurrir pese a que no había dejado su puesto con tres meses de antelación y a que había prometido no presentarse cuando fue designado.
En este escenario, la comisión retrasó el anuncio de las candidaturas admitidas -se presentaron cerca de un centenar- y sobrepasó la fecha establecida para el inicio de la campaña electoral, que debía haberse iniciado el pasado 9 de diciembre, mientras la comunidad internacional emprendía una carrera por tratar de salvar el proceso electoral libio, que considera clave para sacar al país del caos y la guerra civil en las que está inmerso desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los heterogéneos grupos rebeldes.