"Tenemos que seguir calibrando cómo manejamos este virus y cómo enfrentarnos a (la variante) ómicron. Pero no vamos a volver a los confinamientos", apuntó a los medios el primer ministro, Scott Morrison.
El mandatario precisó que hay que superar la etapa de "la mano dura" y "avanzar hacia una cultura de responsabilidad" para vivir con el virus.
Australia, que ha vacunado con la pauta completa a más del 90 por ciento de su población objetivo, inició en noviembre su paulatina reapertura al exterior al permitir los viajes al extranjero de sus ciudadanos, a quienes prohibió salir del país desde marzo de 2020, y la entrada a residentes permanentes vacunados.
Desde la semana pasada, además, abrió la puerta a las llegadas de estudiantes extranjeros, un importante nicho para las universidades australianas, y a los trabajadores extranjeros cualificados, con el objetivo de paliar la falta de mano de obra en el sector agrícola.
Las autoridades buscan además acelerar la administración de dosis de refuerzo para combatir a la variante ómicron, después de que a principios de mes se confirmaran los primeros casos de contagio local vinculados a esta cepa.
Gracias a las duras medidas implementadas -como los seis confinamientos en la ciudad de Melbourne, que acumuló 262 días bajo aislamiento escrito-, Australia ha logrado mantener unos números bajos de infectados (más de 251.000) y fallecidos (2.134) en comparación a otros países.
El país oceánico, que superó en octubre su peor ola de la pandemia, registra en los últimos días un rebrote de contagios, este martes se declararon más de 3.000 nuevas infecciones en Nueva Gales del Sur y más de 1.200 en el estado Victoria, aunque la situación en los hospitales permanece bajo control.