En la actualidad, se estima que hay seis millones de refugiados y migrantes venezolanos en el mundo. De ellos, unos cinco millones se encuentran en América Latina y el Caribe, principalmente en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Brasil.
El pedido de ayuda internacional busca “apoyar las crecientes necesidades de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela y sus comunidades de acogida en 17 países de América Latina y el Caribe”, según un comunicado conjunto difundido por ambas agencias de las Naciones Unidas.
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Con la ayuda internacional, OIM y Acnur -que tiene sus sedes regionales en Panamá- buscan apoyar a las organizaciones e instituciones que trabajan sobre el terreno con los migrantes venezolanos.
El objetivo es facilitar la regularización e integración social y económica de los migrantes en los países de acogida, en momentos en que la pandemia genera desempleo y crisis económica en la región.
La migración venezolana es “el éxodo humano más grande de la historia de América Latina” y “lleva prácticamente cinco años de haberse agravado”, señaló Eduardo Stein, representante especial de Acnur y OIM para los Refugiados y Migrantes de Venezuela.
Según Stein, debido a la pandemia de covid-19, la situación se ha agravado y para finales de 2022 se espera que haya 7,1 millones de migrantes venezolanos, de los cuales 6,1 millones estarían en América Latina y el Caribe.
“Mientras las personas venezolanas sigan desplazándose por la región, tanto para ellos como, sobre todo, para las comunidades de acogida, sigue siendo esencial ese apoyo para que puedan rehacer sus vidas con dignidad”, agregó Stein.
Además de buscar la inserción de los migrantes, el plan pretende invertir recursos en los países de acogida para evitar hipotéticas explosiones de xenofobia hacia la migración venezolana en plena pandemia.
“No podemos ignorar que las condiciones se agravaron con la pandemia del covid-19, tanto para la población local, en varios países, como para la población migrante”, indicó Stein.
El reto es buscar “cómo acceder a medios de vida dignos que sean sostenibles y no irrumpan en las comunidades de acogida de forma que generen animadversión hacia los recién llegados, de ahí la importancia estratégica de que el apoyo llegue a las comunidades de acogida”, agregó.