“El enfoque de Irán esta semana no ha sido, desgraciadamente, el de tratar de resolver los asuntos que quedan (para poder salvar el acuerdo nuclear)”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en su rueda de prensa diaria.
La reacción de Estados Unidos, que participó de forma indirecta en la séptima ronda de negociación que tuvo lugar esta semana en Viena, va en la misma línea que la expresada por fuentes diplomáticas de los tres países europeos que forman parte del diálogo: Alemania, Francia y Reino Unido.
Esas fuentes expresaron su "decepción" y "preocupación" por los "grandes cambios" que está proponiendo el nuevo Gobierno iraní, relativos sobre todo al levantamiento de las sanciones que ahogan su economía, y denunciaron que Teherán está dando marcha atrás en los compromisos alcanzados durante las negociaciones previas.
En el mismo sentido, la portavoz de la Casa Blanca aseguró que el nuevo Gobierno iraní del ultraconservador Ebrahim Raisí "no llegó a Viena con propuestas constructivas".
"Irán empezó esta nueva ronda de negociaciones con una nueva ronda de provocaciones nucleares, como confirmó el miércoles el OIEA, y todavía no han alcanzado un acuerdo con el OIEA para restaurar la cooperación que han degradado en los últimos meses", señaló Psaki.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) anunció el miércoles que Irán ha intensificado su programa nuclear produciendo más uranio enriquecido con equipos más modernos en una planta subterránea, violando los términos establecidos por el acuerdo nuclear.
Psaki agregó que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está "comprometido" a reintegrar a su país en el acuerdo nuclear, del que Washington se retiró en 2018, y cumplir con sus requisitos "siempre que Irán haga lo mismo".
"Si Irán demuestra un compromiso igual (al nuestro), habrá una solución a la vista, pero esta semana no hemos visto que hayan demostrado eso", subrayó la portavoz de Biden.
El Gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump se retiró en 2018 de forma unilateral el pacto firmado entre Irán y Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania, y el propio Estados Unidos, y reimpuso sanciones contra Teherán.
Tras un año de "paciencia estratégica", Irán respondió con la producción de más uranio y de más pureza de lo permitido en 2019, y este año alcanzó un nivel del 60 %, más cerca del límite necesario para una bomba atómica (90 %).
Después de la llegada al poder en enero de Biden, comenzaron nuevas negociaciones entre Irán y las seis grandes potencias firmantes, y los equipos de esos países volverán a reunirse la semana que viene en Viena.