En un encuenrto de más de tres horas marcado por un clima de crecientes tensiones geoestratégicas, los dos líderes hicieron gala de sus buenos propósitos y hablaron de manera "respetuosa y directa", según la versión divulgada por Washington.
Pekín destacó que la conversación fue "profunda", "fructífera" y "fundamental" para limar asperezas y encauzar las relaciones.
No obstante, ninguno de los dos dio el brazo a torcer sobre las líneas rojas de sus respectivos países, particularmente en lo que atañe a Taiwán, isla sobre la que China reclama su soberanía.
Biden reiteró a Xi el compromiso de Washington con la política de "una sola China" que reconoce solo a Pekín como Estado, aunque precisó que también se guiará por el Acta de Relaciones con Taiwán mediante la cual EE. UU. suministra equipos bélicos a la isla.
Esta cuestión ha generado numerosas fricciones entre ambas potencias, a lo que hay que sumar las recientes maniobras militares chinas cerca de la isla o el respaldo de Washington a una participación "robusta" de Taiwán en organismos internacionales.
Para Xi, esto es inaceptable: "Tenemos la paciencia y la voluntad de lograr una reunificación pacífica. Pero si los secesionistas taiwaneses siguen provocando o cruzan líneas rojas, tomaremos medidas decididas", enfatizó hoy en referencia a cómo reaccionaría a una posible declaración de independencia de Taipéi.
ENTERRAR EL HACHA DE UNA NUEVA GUERRA FRÍA
La extensa reunión, que se dividió en dos sesiones con una pausa entre ambas, también dio pie a que Biden planteara sus inquietudes a cuenta de los derechos humanos en las regiones de Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, algo a lo que Xi se cerró en banda: "China no permitirá que se usen estos temas para medrar en sus asuntos internos", zanjó.
El mandatario chino contraatacó exigiendo políticas estadounidenses "racionales y pragmáticas" para con China, y enumeró el respeto mutuo, la cooperación y la coexistencia pacífica como los "principios básicos" que deben guiar las relaciones bilaterales.
Se trata, según se desprende del comunicado chino, de enterrar el hacha de una nueva guerra fría, algo a lo que Biden habría convenido al garantizarle a Xi que no quiere "ni cambiar el sistema chino ni aliarse con otros países para oponerse a China".
Así pues, el líder chino pidió "construir consensos" para reconducir las relaciones, a las que calificó como "el tema más importante para los próximos 50 años".
"Tenemos la obligación de mantener un orden internacional pacífico y estable", indicó Xi, quien destacó el cambio climático y la lucha contra la pandemia como los asuntos en los que más potencial hay para cooperar.
"Somos dos grandes barcos que navegan en el mar, y necesitamos agarrar el timón con fuerza para seguir adelante pese a los vientos y evitar chocar el uno contra el otro", poetizó el mandatario.
Menos elocuente, la Casa Blanca se limitó a destacar tras el encuentro que si bien no hubo "ningún avance o acuerdo destacable", Biden enfatizó en la necesidad de establecer mecanismos para "gestionar riesgos estratégicos".
CAMBIO CLIMÁTICO Y COMERCIO, A DEBATE
La reunión -la primera formal entre ambos desde que Biden asumió la Presidencia en enero de este año- también versó acerca de la seguridad en la estratégica región del Indopacífico, sobre la que los dos países tienen puesta la mirada, o sobre Irán, otro tema de fricción por la compra de crudo iraní por parte de Pekín.
"Tenemos que mantener la comunicación abierta sobre asuntos críticos para el mundo como la crisis climática o el suministro global de energía. Estos temas nos atañen y en ellos nosotros dos jugamos un papel importante", incidió Biden.
Otro asunto de la conversación fueron los intercambios comerciales, escollo que aún perdura entre las dos potencias desde que Donald Trump lanzó una guerra comercial contra China durante su mandato como presidente de EE. UU. (2017-2021) que provocó la mutua imposición de aranceles punitivos.
A este respecto, Biden resaltó que debe "proteger a los trabajadores estadounidenses y a sus empresas de las prácticas desleales de China".
Aunque Xi no se dio por aludido: "Nuestras relaciones comerciales benefician a ambos de por sí. No hay que politizarlas", respondió el líder chino, que dejó la puerta abierta a "impulsar los intercambios" entre ambos países.
Pero esto pasa -afirmó Xi- por que Estados Unidos deje de "abusar del concepto de seguridad nacional" para "reprimir" a las empresas de su país, en clara referencia a las sanciones estadounidenses contra la tecnológica Huawei por sus supuestos vínculos con la inteligencia china.
Con todo, expertos chinos como Wu Xinbo, citado por el diario Global Times, destacaron hoy que el encuentro manda "una señal positiva al mundo" en contraste con la fallida cumbre celebrada en Alaska, en la que funcionarios de ambos países mantuvieron una acalorada discusión.