“Es una llamada a la acción. Necesitamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero drásticamente para asegurar el futuro de las nuevas generaciones y contamos con los medios necesarios para hacerlo”, asegura Wim Thiery, quien ha liderado este estudio, presentado hace unos días en Viena.
Titulado "Desigualdades intergeneracionales en la exposición a los extremos climáticos", se trata de un trabajo conjunto de investigadores de diferentes universidades y expertos del renombrado Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), situado al sur de Viena.
Una nueva rama de estudio
Hasta ahora, explica Thiery a Efe, la comunidad científica había estudiando los efectos del cambio climático comparando dos períodos de tiempo concreto.
Este nuevo estudio cuantifica por primera vez la exposición a desastres naturales que tendrá una persona nacida después de 2015 a lo largo de su vida.
"Es una nueva forma de mirar datos que ya teníamos que nos permite combinar dos disciplinas, la ciencia climática y la demografía", detalla el investigador belga.
Durante un año y medio el equipo recabó grandes cantidades de datos sobre la exposición en vida a catástrofes naturales para cada generación nacida entre 1960 y 2020, de cada país del mundo.
De este modo pudieron crear simulaciones para las futuras generaciones en función de su país y año de nacimiento y el aumento de temperatura global hasta final de siglo y, a su vez, compararlas con la vida de los nacidos en los años 1960.
Escenarios posibles
"Lo que hicimos fue considerar muchos escenarios de futuro para el calentamiento global, con aumentos de entre 1 y 3,5 grados hasta final de siglo", detalla Thiery.
Según el Acuerdo de París (2015), los países se comprometieron a mantener el aumento de temperatura global por debajo de los 2 °C en relación a niveles pre-industriales.
Hasta el momento, según los datos que los propios países facilitan a la ONU, estos niveles no se están cumpliendo, por lo que al hablar de "política climática actual" los investigadores se refieren a un aumento de entre 2,6 y 3,1 grados.
Con un aumento de 3 grados en la temperatura global, los niños y niñas nacidas en 2015 podrían experimentar hasta 36 olas de calor más que una persona nacida en 1960, mientras que ante una subida de 3,5 grados incluso serán hasta 44.
"Todavía podemos mantener la subida en 1,5 grados, o puede que suba a 3 o 4 grados, según como usemos los combustibles fósiles", alerta el investigador al señalar que existen "grandes diferencias" entre lo que los países acordaron en París y lo que realmente hacen.
Diferencias regionales
Las consecuencias del desastre climático serán globales, pero no afectarán a todos los países por igual.
En el caso de Oriente Medio y el Norte de África, por ejemplo, las personas que ahora tienen 25 años o menos sufrirán hasta siete veces más desastres climáticos durante su vida que los de la generación de los años 1960. Mientras, para los recién nacidos el número de fenómenos se multiplicaría incluso por nueve.
"Los jóvenes y niños nacidos en países con menor nivel de ingresos sufrirán el mayor aumento de fenómenos climáticos extremos. Las zonas en desarrollo serán las grandes afectadas", advierte el investigador.
Esto supone un gran problema no sólo porque las condiciones de vida de estas personas son peores que las de los países más desarrolladoS, sino porque el número total de afectados es muy superior.
"En Europa y Central Asia tenemos 64 millones de niños nacidos entre 2015 y 2020, y esos tendrán que enfrentarse a 4 veces más fenómenos extremos. Pero en el mismo periodo, en el África Subsahariana nacieron 205 millones que sufrirán hasta 6 veces más catástrofes", sentencia.
Margen de acción
Pese a tratarse de cifras preocupantes, los investigadores consideran que hay cierta "esperanza" en su estudio, al evidenciar que una limitación en el calentamiento global podría reducir "drásticamente" las diferentes intergeneracionales.
Para alcanzar esta meta, Thiery destaca la importancia de los jóvenes, más preocupados por la cuestión climática pero limitados en su acción por su escasa representación y poder en la toma de decisiones políticas.
"La gente joven quiere cambios, pero no tiene poder para tomar decisiones. Por otro lado, las generaciones más mayores están en posición de aplicar un cambio, pero saben que no vivirán para experimentar las consecuencias de sus decisiones", señala.
Si se consiguen tomar las medidas adecuadas, todavía podrían evitarse las peores consecuencias para estas nuevas generaciones, aseguran los investigadores.
“Podemos reducir la exposición a olas de calor un 40 % si limitamos el calentamiento global a 1,5 grados. Mientras que, por el lado negativo, si alcanzamos los 3 o 4 grados, puede haber un aumento catastrófico de fenómenos naturales”, concluye el responsable del proyecto.