La muestra, que estará abierta hasta el 16 de enero en el Espacio Vanderborght de la capital belga, refleja con más de 400 objetos y obras cómo de presente está la brujería en la cultura popular y en el imaginario colectivo.
Hay muñecas, cuadros de Goya, cuentos infantiles, juegos de mesa, libros de fantasía, películas de Hollywood y un largo etcétera de ámbitos de la cultura y del arte donde las brujas han sido representadas.
A través de estos elementos, la exposición muestra cómo ha cambiado la percepción que la sociedad tiene sobre las brujas, ahora vistas como un icono de rebeldía femenina, pero antes tachadas de locas o peligrosas y, a menudo, acusadas de envenenar a personas, de matar a niños o hasta de comunicarse con Satanás.
Sin embargo, en realidad, detrás de todos estos falsos mitos solo había “mujeres que estaban en los márgenes de la sociedad, que querían vivir libre e independientemente”, asegura a Efe la comisaria de la exposición e historiadora del arte, Alexia Liévin.
"La caza de brujas coincide con el período en que se fundan muchas universidades. Las brujas eran mujeres que sabían de plantas medicinales o de terapias curativas, y que hacían la competencia a los médicos hombres de las facultades", manifiesta.
La comisaria sostiene que, en la Europa del Renacimiento, apartarse del saber académico estaba mal visto y, según ella, “debido a un problema de machismo” a partir de entonces quienes eran simples curanderas o comadronas empezaron a ser mal vistas.
"Tristemente, siempre había algo que la gente podía usar para estigmatizarlas. Cuando había alguna calamidad, en épocas de enfermedad o de mal tiempo, eran personas fáciles de señalar", afirma Liévin.
A partir de aquí, los tribunales de la época se encargaban de investigar y de torturar a las acusadas: “En la exposición, los visitantes pueden ver todos los pasos en un juicio por brujería para que puedan sentir por si mismos todo por lo que tuvieron que pasar esas mujeres procesadas y condenadas”, explica la comisaria.
“No es una historia divertida. Ahora venimos de celebrar una fiesta como Halloween, pero la historia de las brujas también es una historia de unas personas que fueron excluidas de la sociedad, y pienso que deberíamos tomárnoslo en serio y enseñarlo en las clases de historia”, sentencia.
Según los organizadores de la muestra, entre los siglos XIII y XVIII, en Europa se celebraron alrededor de 110.000 juicios por brujería, y la mitad de los cuales terminaron con penas de muerte.
La última mujer condenada fue en 1734 en Suiza y, a partir de entonces, poco a poco empezó a cambiar la idea que se tenía acerca de las brujas, con las nuevas ideas de la Ilustración y, sobre todo, gracias al papel de la literatura, que empezó a construir el mito de "la bruja buena y sabia", tal y como explica la comisaria Liévin.
Luego, el movimiento feminista asumió esta herencia para "convertir a la bruja en un símbolo empoderante", ya que entre 1970 y 1980, la figura de la bruja se asoció a la reivindicación de una sexualidad libre.
"Actualmente, hablamos mucho sobre ecologismo y sexismo. Y en el ecofeminismo hay un punto de encuentro entre ambas luchas. La bruja es una figura de referencia allí, porque es un personaje cercano a la naturaleza, que cura a la gente y que está muy en contacto con sus emociones", detalla Liévin.
De hecho, a día de hoy, el lema feminista “somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar” se ha popularizado tanto que es habitual verlo en cualquier manifestación del 8-M, lo que evidencia el cambio, lento pero radical, que habido en la concepción de la figura de la bruja respecto a hace unos pocos siglos.