Según los datos del Consejo Nacional de Secretarias de Salud (Conass) de los 27 estados brasileños, el país acumula 21.723.559 positivos y 605.457 fallecimientos asociados al coronavirus desde el inicio de la crisis sanitaria, hace casi veinte meses.
Brasil es el segundo país con más decesos por covid-19, detrás apenas de Estados Unidos (más de 725.000), y el tercero con más contagios, tras el país norteamericano (45 millones) y la India (34,1 millones).
Sin embargo, el ritmo de infectados y fallecidos por la enfermedad viene disminuyendo desde junio y actualmente se encuentra en su nivel más bajo del año.
En los últimos siete días, la media diaria de muertes vinculadas al SARS-CoV-2 fue de 330, mientras que la de casos se ubicó en los 12.100.
Ese descenso sostenido de las cifras se debe principalmente al avance de la campaña de vacunación, que ha tenido una buena acogida entre los 213 millones de brasileños, a pesar del negacionismo del presidente Jair Bolsonaro, quien rechaza la gravedad del virus, censura el distanciamiento y duda de la eficacia de las mascarillas.
Desde el pasado 17 de enero, un 71 % de la población ha recibido la primera de las dos dosis que requieren la mayoría de los fabricantes, mientras que un 51 % tiene la pauta completa.
A pesar de esa clara mejoría, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), uno de los centros de investigación médica más reputados de Latinoamérica, alertó esta semana de que la pandemia "no está definitivamente controlada" en Brasil.
La entidad expresó su preocupación con la posibilidad de repuntes ante "la intensa circulación de personas" en las calles, ya "en niveles prepandémicos", y con la alta tasa de letalidad de la enfermedad (3,2 %) frente al promedio global.