Pipas, manzanas, hombres con bombín y otros elementos se repiten sin descanso en la obra de Magritte, que cada vez es más conocido entre el gran público gracias a la publicidad y el cine.
Solana no ha querido reducir la muestra del museo madrileño a un discurso alrededor de estos objetos cotidianos que repitió hasta la saciedad. Magritte, defiende el director, es más que su propia repetición y esta muestra es un intento de representar "la imaginación del artista entre bastidores".
El hilo conductor son un centenar de piezas venidas de todas partes del mundo -desde Japón a Estados Unidos- y con la colaboración de la fundación del artista belga. Podrá verse desde mañana al 22 de enero en el museo madrileño.
Las dificultades para realizar la exposición han sido muchas: primero tuvo que ser cancelada por la pandemia de coronavirus y, luego, la popularidad de la que disfruta el artista es tal que era imposible reunir las obras que tenían pensadas, así que el museo se vio obligada a posponerla de nuevo.
“Magritte está muy solicitado. Ha alcanzado una popularidad comparable a la de Dalí -según Solana-. Es uno de los artistas más codiciados del siglo XX”.
El museo lleva media década detrás de esta exposición, la primera en treinta años que se celebra en España y que es toda una estrella del calendario otoñal.
MAGRITTE, EL ILUSIONISTA
El maestro surrealista concebía su trabajo de artista “como la de un mago”, un ilusionista “con un gran repertorio de trucos” y así se puede ver en la primera sala, donde cuelga “Los poderes del mago”, junto a obras de sus primeros años y numerosos autorretratos.
En “Tentativa de lo imposible” (1928), el pintor se retrata pintando a una mujer desnuda, ella es un producto de su imaginación a medio hacer, él de carne y hueso.
Más adelante, el visitante se adentra en “Imagen y palabra”, que aborda la mezcla de escritura y pintura; “Figura y fondo” con numerosos trampantojos, y otras salas como “Cuadro y ventana”, “Rostro y máscara”, “Mimetismo” y “Megalomanía”, que examina los tropos más importantes de la obra del artista.
Entre las obras más destacadas se encuentran “La traición de las imágenes. Esto sigue sin ser una pipa” (1952) que hace referencia a una de sus obras más conocidas. También están “Los paseos de Euclides” (1955) o “La llave de los campos” (1936).
“Magritte es complicado, cuando crees que lo has atrapado se te escapa”, asegura Solana, que destaca la ironía en la obra del artista belga. Ese es, sin duda, uno de sus sellos distintivos y el elemento que le diferencia de los surrealistas franceses, que se tomaban mucho más en serio.
“Magritte conservó hasta el final el espíritu rebelde de lo dadá”, explica.
ARTE POP Y LEWIS CARROLL
A través de la muestra se pueden ver muchos de los guiños que, para muchos críticos, lo han convertido en todo un precursor del arte pop, que llegó pocos años después de su muerte.
El cuadro “Perspectiva: el balcón de Manet” (1949), en el que un grupo de ataúdes miran desde un balcón refleja una “actitud paródica hacia la historia del arte” que podría haber hecho el mismísimo Andy Warhol.
En numerosas obras también se pueden entrever la influencia que Lewis Carroll y su principal obra, "Alicia en el País de las Maravillas", tuvo en la obra del artista, que aumentó o disminuyó los protagonistas de sus cuadros a su antojo, igual que el escritor inglés con su protagonista.
Una manzana, una roca o una rosa de tamaño gigantesco cobran protagonismo en varios de sus cuadros, mientras que en "Delirios de Grandeza" el torso de una mujer se divide en tres partes encajadas como si fuera un telescopio. La imagen es de un pasaje de la obra de Carroll.
La muestra se completa con una selección de fotografías y películas de Magritte, dos disciplinas que el artista cultivó en su tiempo libre, y que fueron descubiertas a mediados de la década de 1970.