El portavoz presidencial, Harry Roque, reiteró el jueves que el mandatario no colaborará con la CPI, a pesar de que el Tribunal Supremo filipino ha dicho que el Gobierno está obligado a "cooperar" con la corte.
Roque aseveró que el dictamen del Supremo divulgado esta semana no es vinculante, frente a la opinión de otros juristas que piensan lo contrario.
Duterte, que sacó a su país de la CPI en 2019, también ha sugerido que, aunque legalmente no puede aspirar a la reelección como presidente, se postulará como vicepresidente en las elecciones de 2022 para conservar su inmunidad.
El pasado 14 de junio, la Fiscalía de la CPI pidió autorización judicial para investigar supuestos crímenes contra la humanidad cometidos durante la guerra contra las drogas que inició Duterte tras convertirse en presidente en 2016.
"La información disponible indica que miembros de la Policía Nacional de Filipinas, y otros que actúan en conveniencia con ellos, han matado de forma ilegal a entre miles y decenas de miles de civiles", dijo la fiscal jefa saliente, Fatou Bensouda, en un comunicado.
En la solicitud de investigación, de 57 páginas, se dice que en el país se han sucedido "ejecuciones extrajudiciales" que "parecen haberse cometido de conformidad con una política estatal oficial del Gobierno filipino".
La investigación por la guerra contra las drogas, de ser aprobada por los jueces, se ceñiría a hechos sucedidos entre el 1 de julio de 2016 y el 16 de marzo de 2019.
No obstante, los investigadores no podrían entrar en territorio filipino si el Gobierno les deniega el ingreso.
"COLONIZADORES"
"Este CPI es basura. ¿Por qué debería defenderme o afrontar acusaciones ante gente blanca? Estáis locos. Estos solían ser colonizadores", dijo Duterte en junio tras conocer que la Fiscalía de la CPI había pedido su procesamiento.
El mandatario, de 76 años, añadió que solo se sometería a un tribunal de su país con jueces filipinos, al tiempo que defendió la guerra contra las drogas y alertó de que hay que combatir a los narcotraficantes para evitar que Filipinas termine como México, que calificó de "casi un Estado fallido".
"Disparad a matar", instaba a los policías Duterte, que en la campaña electoral para los comicios de 2016 se postuló como un férreo defensor de la ley y el orden con un plan para acabar con la criminalidad y el narcotráfico.
"Si aún estáis envueltos en drogas, os mataré, no toméis esto como una broma. No estoy tratando de haceros reír, hijos de puta, realmente os voy a matar", dijo cuando ya fue elegido presidente.
En otras ocasiones, ha defendido que los policías solo disparan en defensa propia y sus portavoces suelen alegar que Duterte habla a veces en broma y es malentendido.
ASTUTO Y DESPIADADO
El periodista Jonathan Miller, autor de "Duterte Harry", una biografía del presidente filipino, explica a Efe que esta tendencia a la ambigüedad es una costumbre que tiene el mandatario desde hace 23 años cuando era alcalde de Davao, su ciudad natal en sur del país.
Miller, que fue corresponsal en Filipinas y está actualmente afincado en Bangkok, recuerda que Duterte, conocido como el "Castigador" o "Duterte Harry" por su fama de implacable, solía presumir de haber matado a "tíos malos" con sus propias manos, incluido uno al que supuestamente precipitó desde un helicóptero en pleno vuelo.
"Su costumbre es darle la mano al Diablo y luego decir que es solo verborrea, presentándolo como una broma desenfadada (...) Pero el baño de sangre que ha desatado indica que no estaba bromeando", explica el periodista en un correo electrónico.
Miller asegura que Duterte está apostando por postularse como vicepresidente en las elecciones de 2022 y que su hija Sara se convierta en presidenta para evitar terminar en La Haya.
"Duterte es un político nato. Y le encanta que le subestimen, pero sus enemigos corren sumo peligro si lo hacen. Es ambicioso y astuto, pero también susceptible y despiadado", apostilla el reportero, que ha sido insultado por el presidente filipino por sus preguntas en las ruedas de prensa.
Miller afirma que el mandatario es un líder autoritario que pertenece a una familia rica y quiere crear su propia dinastía, a pesar de que se presente como alguien ajeno a la oligarquías filipinas.
El corresponsal también reconoce que nada de lo que ha hecho o dicho ha mermado su gran popularidad, incluidos entre los más pobres, "las principales víctimas de su guerra contra las drogas".