Ser LGTBI y latino en España: idealizamos Europa, pero aquí queda mucha lucha

Macarena Soto Madrid, 28 jun (EFE).- La discriminación es un viaje de ida y vuelta que les atraviesa, pero también les da fuerza. Son gais, lesbianas, bisexuales o transexuales ​que viven su identidad sexual como migrantes en España, un país que a pesar de liderar la defensa de los derechos de este colectivo sigue sin ofrecer en muchos casos un lugar seguro para vivir.

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Son Mari Cruz, Juan Pablo y Tatiana, argentina y mexicanos con varios años de residencia en España, desde donde han visto grandes avances en la protección de este colectivo pero también sienten el "miedo" ante la llegada de la extrema derecha a las instituciones.

"Creo que les han colado el discurso de los derechos, que casándose van a dejar de pegarle en las calles y a la gente le da igual que estés casada o no, entiendo la necesidad de derechos, pero cuando no tienen un correlato con la realidad es papel mojado, cada dos semanas le dan una paliza a algún chaval", reclama la mexicana Tatiana.

LGTBI+ Y MIGRANTE

Según Informes del Ministerio del Interior español, en 2018 y 2019 los delitos por orientación sexual o identidad de género fueron la tercera causa de delitos de odio y la segunda que más crece tras el racismo.

A pesar de la infradenuncia en este colectivo, en 2018 supusieron el 16,2% de denuncias recogidas por las fuerzas de seguridad, señalan desde el Ministerio de Igualdad.

Antes de vivir en España, Tatiana residió 13 años en Berlín, pero fue en Madrid donde sufrió "toda la cuota de agresiones racistas": "ser migrante, racializada, lesbiana y gorda te lo pone muy difícil en una ciudad como Madrid".

Esta historiadora cuenta la dureza de trabajar en ciertas ramas de la academia siendo lesbiana e insiste en que también en ese ámbito "hay que hacer activismo" para dar visibilidad a este colectivo.

Hace cinco años su compatriota Juan Pablo sintió llegar "a un lugar mejor" cuando arribó a Barcelona.

"Presentarse como maricón en México puede ser un conflicto, si volviera intentaría vivir igual pero no sé si lo conseguiría, en los pocos viajes que he hecho me noto que caigo en pensamientos de 'mejor no seas tan obvio' y es una mierda ¿por qué me da tanto reparo?", comparte.

"QUÉ SUERTE, NO SE TE NOTA"

Juan Pablo, actor de profesión, ha tenido que escuchar en demasiadas ocasiones una frase que "muchos dicen como un halago" pero que para él sigue siendo parte de la homofobia estructural de la sociedad: "Qué suerte, no se te nota" que eres homosexual.

"Como si fuera un premio y creo que este que 'no se te note', esa falta de pluma se debía a que venía de México de una familia religiosa, de una ciudad de ultraderecha, de un país que aún tiene muchos problemas con esta temática y me creé un caparazón para protegerme", cuenta.

La vida de Mari Cruz progresó por un sendero muy distinto. A los 18 años salió de su Argentina natal y lo hizo como heterosexual. Al llegar a España conoció al que hoy es su exmarido y el padre de sus tres hijos.

Tras doce años de relación, Mari Cruz empezó a salir con mujeres y hoy ensalza a su "familia elegida", sus amigas, y celebra que una de sus hijas piense que "de base todos somos bisexuales".

"Cuando regreso a Argentina voy como una reina, mi ciudad es religiosa y retrógrada, hay miradas, pero si aquí estoy desinhibida en Argentina cincuenta veces más, cuando voy intento participar con un colectivo y te miran cincuenta veces peor porque hay una diversidad absoluta", rememora.

LA EXTREMA DERECHA, UNA "ALERTA" PARA SEGUIR LUCHANDO

Los tres coinciden en que el resurgimiento de la extrema derecha en España es una "alerta" para el colectivo.

"Es como una alarma que te suena cada cinco minutos que te dice cuidado, cuidado, porque hay cosas que hacen que vemos pero otras no, hay miedo porque si continúan avanzando significa mermar todo, pero la alerta intento llevármela a la acción, están, pero nosotras también estamos y no vamos a ceder al miedo", asegura.

Para Juan Pablo vivir en Europa estos cinco años han sido "como una anestesia" de la que cuando se pasan los efectos "empiezas a ver que aún hay mucho por hacer".

Tatiana, que insiste en que la mayor prioridad del colectivo deben ser las personas trans, incide en que deben recuperar "las calles": "Se nos ha olvidado, pero nunca han dejado de ser nuestras, somos del arrabal, las calles han sido siempre el espacio de la comunidad".

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