El canal de televisión estadounidense CNN informó el pasado lunes de una posible “fuga” en esta planta ubicada en el sur de China y que dispone de los únicos reactores EPR de última generación, un diseño que funciona con agua presurizada, que han entrado en servicio en el mundo.
Hasta el momento, Pekín había relativizado los riesgos y explicado que los niveles de radiactividad en la central eran normales.
En un comunicado común, admitieron un alza de la radiactividad en el interior de uno de los reactores provocada “por unas cinco barras de combustibles dañadas” .
Este fenómeno fue calificado de “común” por las autoridades, debido a “factores incontrolables” durante los procesos de fabricación, transporte o instalación en la central.
Las barras de combustible contienen pastillas de uranio y proporcionan la energía que hace funcionar a un reactor nuclear.
El aumento de la radiactividad en la planta se ubica “en el parámetro reglamentario” y “no hay fuga” en el medio ambiente, precisa el comunicado.
La compañía francesa EDF, que tiene el 30% del paquete accionario de la central de Taishan junto con el operador chino CGN, informó el pasado lunes de la presencia de “gases raros” en el circuito primario del primer reactor.