En los comicios de este fin de semana- sábado y domingo- se escogerá a 155 candidatos que redactarán en un plazo máximo de un año la nueva Constitución, que deberá refrendarse luego en otro plebiscito a mediados de 2022.
Han pasado 72 años desde que Chile concediera el derecho a voto a las mujeres que ahora serán protagonistas del proceso electoral más importante de las últimas tres décadas en el país, la elección de los 155 miembros de la Convención Constituyente que redactará una nueva Carta Magna para reemplazar a la vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Esta será la primera vez en el mundo que se realice una elección bajo criterios de paridad de género tanto para la inscripción de candidatos como para definir los representantes que resulten elegidos. Así, por ejemplo, si dos hombres son los más votados, la lista correrá hasta la mujer con más sufragios.
“Este es un punto de inflexión en la participación política de las mujeres”, dijo Mónica Zalaquett, ministra de la Mujer y Equidad de Género de Chile, recientemente.
Si bien la ley de cuotas establecida en 2016 aumentó la participación de las mujeres en política, sigue siendo escasa en Chile. La brecha salarial (28%) tampoco ha bajado, y la participación laboral femenina es una de las más bajas de la región (41,2%) .
En el actual Congreso, de los 155 diputados sólo 35 son mujeres y entre los 43 senadores se cuentan 10 mujeres.
Larga lucha
La posibilidad de que igual número de hombres y mujeres escriban la nueva Constitución es uno de los mayores logros del potente movimiento feminista que se configuró en los últimos años en Chile.
“Esto es histórico, porque abre una ventana de posibilidades muy tremenda”, dijo Emilia Schneider, candidata constituyente que en 2019 se convirtió en la primera presidenta transgénero de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Schneider cobró notoriedad como vocera de la masiva marcha feminista del 8 de marzo de 2018, que antecedió a las tomas que se extendieron ese año y que fueron consideradas el punto que revitalizó al movimiento feminista chileno, que levantó la voz contra la violencia machista y abogó por una educación no sexista.