Unos 100.000 religiosos -en su mayoría ultraortodoxos- se habían congregado en el significativo monte donde se celebraba esta fiesta marcada por cánticos, bailes y hogueras, en el evento más concurrido en el país desde el inicio del coronavirus, que en la madrugada de este viernes derivó en una avalancha que acabó con la vida de casi medio centenar de personas que murieron aplastadas al quedar atrapadas en un estrecho recinto.
Los servicios médicos, cuerpos policiales y soldados del Ejército -que destinaron tropas de rescate sobre el terreno- estuvieron toda la noche atendiendo y evacuando heridos a los hospitales, y gestionando una situación de emergencia caótica debido a la enorme multitud concentrada.
Un gran número de ambulancias y helicópteros llegaron al lugar para trasladar a los heridos a centros médicos del norte y el centro de Israel. Una veintena de ellos permanecen en estado crítico, y las víctimas mortales podrían aumentar.
En las últimas horas, el Ministerio de Transporte envió cientos de autobuses y trenes para que los religiosos aún congregados en la zona pudieran volver a casa. Según el digital Times of Israel, muchos hombres, mujeres y niños continuaban en el Monte Merón, sin indicaciones claras sobre qué transporte coger.
IDENTIFICACIÓN DE LAS VÍCTIMAS
La Policía israelí ha abierto pesquisas para indagar lo sucedido, en tanto que una investigación preliminar determinó que la tragedia fue causada por una avalancha en el recinto de un grupo jasídico denominado Toldot Aharon, según la emisora pública Kan.
Esta mañana la Policía comenzó a identificar a las víctimas "y trabaja para localizar a los desaparecidos", dijo en un comunicado donde solicitó a los familiares que aporten datos concretos que puedan ayudar a identificar a sus seres queridos.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lamentó lo sucedido, que calificó de "terrible desastre", y esta mañana se desplazó al lugar.
"En esta hora difícil, las palabras no pueden ofrecer consuelo ni pueden describir la magnitud del dolor causado", declaró el ministro de Defensa, Beny Gantz, que expresó por Twitter su "más sentido pésame con las familias que perdieron a sus seres queridos".
Gantz añadió que las autoridades están "totalmente comprometidas con investigar los fallos" que pudo haber, "sacar las conclusiones necesarias y aplicarlas en el futuro para que este tipo de tragedias nunca se repita".
POSIBLE NEGLIGENCIA POLICIAL
A su vez, el fiscal general, Avijai Mandelblit, anunció que el Departamento de Investigaciones del Ministerio de Justicia abriría de inmediato una investigación sobre posible negligencia policial, para "examinar si hubo sospechas de criminalidad" por parte de agentes desplazados ante la gestión de seguridad.
Según concretó, por ahora se tomará declaración a policías presentes en la zona de la concentración festivo religiosa.
Tras la tragedia, el comandante del distrito norte de la Policía, Shimon Lavie, que supervisó la seguridad del evento, asumió la responsabilidad en un desastre que algunos consideran que se pudo evitar, si las medidas policiales hubieran sido más firmes.
"Tengo la responsabilidad, para bien o para mal, y estoy preparado para (afrontar) cualquier investigación", declaró ante los periodistas.
Las razones que causaron la mortífera avalancha no están del todo esclarecidas. Los primeros indicios indican que ocurrió cuando un numeroso grupo de peregrinos judíos caminaban a través de una pasarela en una vía de salida en un recinto con suelo metálico.
Según medios, que citan a testigos, algunos congregados resbalaron por los escalones, tropezaron y muchos comenzaron a caer unos encima de otros, generando una situación de asfixias y aplastamientos en un lugar donde también había niños, que están entre los fallecidos y heridos, según la radio del Ejército.
UN CUELLO DE BOTELLA LETAL
Algunos testigos arguyeron que los agentes policiales bloquearon parte del pasaje, lo que pudo generar un abarrotamiento en un camino estrecho que resultó ser un cuello de botella letal. Sin embargo, el comandante Lavie aseguró que muchos agentes salvaron vidas durante la avalancha, abriéndose paso para rescatar a los atrapados.
La celebración en el Monte Merón, núcleo de peregrinación judía durante la festividad de Lag Baomer -que también se celebra en el resto de Israel-, transcurrió sin grandes restricciones tras la vuelta a una normalidad casi completa en el país por la rápida vacunación contra el coronavirus.
Esto derivó en una presencia masiva de religiosos en una de las fiestas más populares del año, aunque el número de asistentes fue más reducido que en años anteriores.
Israel no vivía una tragedia de tal magnitud desde 2010, cuando un feroz incendio forestal acabó con la vida de más de 40 personas.