Los datos más recientes del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades apuntan a que al menos un 23,7 % de los adultos europeos ha recibido ya una dosis de la vacuna contra el coronavirus y un 8,7 % tiene ya la pauta completa, cifras que pueden invitar al optimismo después de un año de pandemia.
Las estadísticas apuntan, no obstante, a grandes diferencias entre Estados miembros: Hungría ha administrado la primera dosis a un 42,7 % de su población, mientras que Bulgaria se queda en un 9,3 % tras cuatro meses de campaña; son discrepancias que podrían marcar la puesta en marcha del certificado de vacunación que Bruselas quiere tener en funcionamiento en junio.
La propuesta para este documento entra ahora en su última semana antes de que comiencen las negociaciones para darle forma y poner límites a su uso de manera coordinada, que previsiblemente se desarrollarán durante el mes de mayo.
Antes, este miércoles, el Parlamento Europeo (PE) votará las enmiendas a la propuesta legislativa que hizo en marzo la Comisión Europea (CE) y adoptará una posición negociadora para emprender las conversaciones con el Consejo sobre este futuro documento que recopilará información sobre si una persona ha recibido la vacuna contra el covid, tiene una prueba PCR negativa reciente o tiene anticuerpos tras haberse contagiado.
El PE quiere dar el visto bueno al proyecto final en su pleno del mes de junio, de forma que una prueba piloto del documento se ponga en marcha a principios de ese mes y esté plenamente disponible para finales, para ayudar así a impulsar la campaña de turismo estival.
El Consejo (los países) ya ha cerrado su posición negociadora, en la que insistirán en reservarse el derecho a imponer las medidas que consideren necesarias –como una cuarentena- a los viajeros que entren en su territorio incluso aunque puedan presentar ese certificado, en base a su soberanía sobre sus propias fronteras.
PFIZER Y ASTRAZENECA, EXTREMOS CONTRARIOS DE LA APUESTA DE BRUSELAS
La CE escenificó esta semana su mayor respaldo a las vacunas de Pfizer-BioNTech hasta la fecha con la visita de su presidenta, Ursula von der Leyen, a la mayor planta de esta farmacéutica en Europa, en la localidad belga de Puurs, donde se fabrica el preparado contra el coronavirus que Bruselas ha definido como “la columna vertebral” de la campaña europea.
Junto al primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, el consejero delegado de Pfizer, Albert Boula, y la cofundadora del laboratorio alemán BioNTech, Özlem Türeci, Von der Leyen incidió en los 1.800 millones de dosis que la Comisión negocia comprarle a este laboratorio entre 2022 y 2023 para hacer frente a futuras etapas de la pandemia.
A esa compra masiva se le suma la fiabilidad que ha mostrado esta farmacéutica, que ha asumido el liderazgo indiscutible en suministros para los Veintisiete con 250 millones de dosis entre abril y mayo y un total de 600 millones en 2021, y la confianza que ha depositado la UE en la tecnología puntera basada en ácidos ribonucleicos mensajeros (ARNm), la misma que emplea Moderna.
En el extremo contrario se halla AstraZeneca, que culmina cuatro meses de desencuentros con Bruselas -por retrasos en las entregas e incumplimientos de contrato- con el aviso de que la CE está preparando una demanda contra ella en los tribunales belgas por rebajar sus compromisos de entrega en el primer semestre a solo un tercio de lo establecido inicialmente en el contrato.
Aunque aún no hay fecha para presentar esta denuncia en los juzgados y Bruselas sigue recabando apoyos de los Estados miembros antes de dar el paso, un portavoz comunitario ya ha confirmado que la UE no activará la opción de 100 millones adicionales que figuraba en el contrato con AstraZeneca, firmado muchos meses antes del comienzo de las campañas.