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En la explosiva entrevista a la popular presentadora Oprah Winfrey, la pareja reveló cómo una persona de la familia real británica receló sobre cuál sería el color de piel de Archie, el hijo de Enrique y Meghan –que es mestiza– cuando ésta estaba embarazada.
Esas palabras –de las que la pareja exoneró a la reina Isabel II y su marido, el príncipe Felipe– han generado indignación e incredulidad en varios sectores de este país, pues cuestionan los principios y valores que se le presuponen a la monarquía británica.
La duquesa de Sussex relató cómo llegó a tener pensamientos suicidas a causa de la presión sufrida, al tiempo que Enrique admitía haberse sentido “muy defraudado” por su propio padre, el príncipe Carlos, quien llegó a no responder a sus llamadas telefónicas. Un episodio que extenderá la polémica por mucho tiempo.
La familia real británica “no es racista”
Así defendió el jueves el príncipe Guillermo, siguiendo con la contraofensiva lanzada después de que su hermano Enrique denunciara conversaciones sobre el color de piel que tendrían sus hijos con la estadounidense mestiza Meghan Markle. Ahora el tema está bajo la mirada de todo el planeta, en especial en Estados Unidos donde la pareja vive desde su estrepitosa salida de la monarquía hace un año, y en la Commonwealth, un conjunto multirracial de más de 50 países en los cinco continentes unidos por sus lazos históricos con la corona británica.
En este contexto, la realeza lanzó una respuesta que, pese a su tono conciliador, dejó claro que estas acusaciones no serían aceptadas sin discusión. “No somos una familia racista en absoluto”, declaró Guillermo a la prensa.