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PARÍS (AFP). “No estoy seguro de que no tengamos que repetir una campaña de vacunación en octubre”, advierte Yves Gaudin, virólogo del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia.
Desde hace varios meses, aparecieron nuevas cepas del virus de wuhan, diferentes de las versiones contra las que se desarrollaron las primeras vacunas.
Una de ellas, la llamada variante británica, está desde la semana pasada en la mayoría de las nuevas contaminaciones en Francia. Es cierto que esta cepa parece plantear un problema de aumento de la contagiosidad más que de resistencia a las vacunas. Pero frente a otras variantes, especialmente la llamada sudafricana, los estudios iniciales indican una menor eficacia de las principales vacunas contra el coronavirus que se ofrecen actualmente.
¿En qué tipo de vacuna podemos confiar más ante esta situación cambiante? Para los investigadores, el reto consiste primero en adaptar rápidamente las ya desarrollados.
Ahora “hay formatos que se pueden adaptar más rápida y fácilmente” , subraya Sylvie Van der Werf, viróloga del Instituto Pasteur de Francia. “Claramente, se trata de las ARN mensajeros”.
Estas son las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, que inyectan directamente secuencias de ARN –que llevan a las células a fabricar proteínas presentes en el coronavirus para acostumbrar al sistema inmunitario a él–.
Estas secuencias pueden sintetizarse muy rápidamente en el laboratorio.
En cambio, las vacunas de AstraZeneca y Johnson & Johnson utilizan la técnica del “vector viral”. También integra material genético en las células, pero toma como “lanzadera” un virus preexistente que es diferente del coronavirus. Por lo tanto, tarda más en desarrollarse.
Pero “no es seguro que haya una diferencia tan grande entre los ARN mensajeros y los vectores virales, una vez que se tiene en cuenta la producción a gran escala” , explica Julian Yang, virólogo de la universidad británica de Leicester.
¿Confiar en una vacuna que no necesita ser readaptada a menudo? La idea no convence a los investigadores, que la consideran muy hipotética.
“De momento, no se demostró”, comenta Etienne Decroly, especialista en virus emergentes del Centro Nacional para la Investigación Científica en Francia, que confía en una vacuna “universal” que no requiera ninguna adaptación.