En el corazón de Europa, el poderoso sector bancario sigue siendo un feudo masculino. En Austria solo el 12% de las empresas financieras están dirigidas actualmente por mujeres.
La nueva presidenta del Erste Bank, que asumió sus funciones el 1 de enero, es una excepción: a los 42 años, está al frente de una institución bicentenaria, con 2.500 empleados y un millón de clientes.
“He dejado de contar el número de veces que me he encontrado rodeada de hombres en las reuniones”, recuerda Gerda Holzinger-Burgstaller, lentes negros y mirada clara, al recibir a la AFP en la sede de su grupo, situado al lado del célebre Palacio del Belvedere.
En el último piso de este edificio moderno con una vista impresionante de Viena, recuerda su recorrido, que inicialmente no estaba destinado a las finanzas.
Cambió de opinión tras una primera experiencia en la Autoridad Austriaca de los Mercados Financieros (FMA), al ver que el trabajo en el sector bancario permitía estar activo en todos los campos de la economía.
Una mujer de cada tres en casa
En cada etapa de su ascenso, reconoce que siempre tuvo que enfrentarse a los mismos prejuicios.
“Cuando un hombre se convierte en jefe, no se le pregunta cómo prevé conciliar su vida privada y su vida profesional”, sonríe, sorprendida de tener que responder a este tipo de preguntas en los encuentros públicos.
“Las primeras preguntas siempre están relacionadas con el hecho de que sea una mujer”, dice. “Solo después, vienen las preguntas sobre mi estrategia o mis ambiciones para la empresa”.
En Austria, las mujeres sufren fuertes presiones de la sociedad para quedarse en casa cuando llega su primer hijo.
Cerca de una mujer de cada tres se queda en casa, según datos oficiales. Y cuando vuelven a trabajar, suelen hacerlo a tiempo parcial.
Como consecuencia, su situación en el mercado laboral se deteriora. En la clasificación “Women in Work” de la agencia de asesoramiento de empresas PwC, Austria ocupaba en 2018 la 25ª posición entre los 33 países de la OCDE. En 2013, estaba en la 13ª.
“Estamos atrasados, creo que esto ocurre en especial en los países de lengua alemana”, sostiene Holzinger-Burgstaller.
“Todos debemos preguntarnos sobre los estereotipos que perduran: ¿cómo valora una sociedad el intercambio de roles? ¿Cómo están orientadas las niñas en su escolaridad?”, se interroga la presidenta.
“Estamos para quedarnos”
Prevenir el sexismo es una necesidad, ya que “la diversidad aporta nuevas ideas para gestionar los problemas”, según Gerda Holzinger-Burstaller.
“Hay tantos hombres como mujeres en nuestro consejo de administración y nuestro objetivo es generalizar esta igualdad en el conjunto de la empresa”, explica.
¿Pero, cómo alcanzar este objetivo?
Para empezar, el Erste Bank redacta ofertas de empleo neutras a nivel de género y tiene cuidado con ilustrarlas con fotos de mujeres. Esto incita a éstas a postular por puestos de dirección.
Para ir más lejos, hay que establecer cuotas, preconiza Holzinger-Burstaller. “Es un instrumento útil para una evolución”. El gobierno alemán prevé de hecho, dar este paso.
El Erste Bank ya ha instaurado una cuota del 40% de mujeres en puestos de dirección, aunque la ley no lo impone.
“La sociedad está lista, ¡yo soy la prueba! Uno de mis objetivos es hacer lo necesario para que una mujer no vuelva a ser la única en una sala de reuniones”, avisa.