“Creo que hay límites al teletrabajo”, afirmó el ministro Grant Shapps al canal de televisión privado Sky News.
Después, en las ondas de la BBC, subrayó que la gente puede volver a la oficina “con seguridad” gracias a las medidas puestas en marcha por las empresas para evitar el riesgo de transmisión del covid-19.
Tras pedir en marzo a los británicos que trabajaran desde casa para frenar la pandemia, el primer ministro Boris Johnson les animó a volver a sus lugares de trabajo en julio y el ejecutivo se prepara para lanzar una campaña a tal efecto la próxima semana, coincidiendo con el inicio del curso escolar.
Las personas en teletrabajo son más “vulnerables” a los despidos, dijo una fuente gubernamental anónima citada el viernes por el diario conservador Daily Telegraph.
El teletrabajo sigue estando muy extendido en el Reino Unido, el país más castigado de Europa por el coronavirus, con más de 41.000 muertos confirmados.
Sólo el 34% de los ejecutivos en el Reino Unido, el 31% en Londres, han vuelto a sus oficinas, según un estudio del banco americano Morgan Stanley publicado a principios de agosto.
Esta nueva práctica está perjudicando gravemente a los negocios situados en distritos de oficinas de los centros urbanos.
Por ejemplo, la cadena de comida rápida Pret A Manger, que tiene una fuerte presencia en Londres, anunció el jueves la supresión de 2.800 puestos de trabajo.
Sus ventas cayeron un 60% respecto al mismo período del año pasado, señaló la empresa, que emplea a 13.000 personas en 550 tiendas en todo el mundo, entre ellas 8.000 en el Reino Unido.
“Algunos de nuestros centros urbanos más concurridos parecen pueblos fantasma”, se alarmó Carolyn Fairbairn, directora general de la principal patronal británica, CBI. “Esto tiene un alto costo para los negocios locales, los empleos y las comunidades”, afirmó en el Daily Mail del jueves.