Tras devastadora explosión, en el Líbano exigen profunda reforma

Líbano registró ayer choques por segundo día consecutivo entre las fuerzas del orden y manifestantes enfurecidos contra una clase política a la que acusan de corrupción y negligencia por la explosión en el puerto de Beirut que enlutó al país. La población indignada exige reformas profundas.

Desolación en el puerto de Beirut. La capital del Líbano se vio sacudida la semana pasada con una explosión que dejó más de 150 muertos, decenas de desaparecidos y heridos, sin que hasta ahora se sepa qué fue lo qué ocurrió ni quiénes son  los responsables.
Desolación en el puerto de Beirut. La capital del Líbano se vio sacudida la semana pasada con una explosión que dejó más de 150 muertos, decenas de desaparecidos y heridos, sin que hasta ahora se sepa qué fue lo qué ocurrió ni quiénes son los responsables.Archivo, ABC Color

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BEIRUT (AFP). Dos ministros renunciaron ayer en Líbano, donde se registraron choques por segundo día consecutivo entre las fuerzas del orden y la población indignada contra una clase política a la que acusan de corrupción y negligencia por la explosión en el puerto de Beirut.

La tragedia, ocurrida la semana pasada con el estallido de al menos 2.750 toneladas de nitrato de amonio, ha insuflado nuevos bríos a las protestas iniciadas en octubre de 2019 por la severa crisis económica.

Los ciudadanos responsabilizan a las autoridades de la devastadora deflagración en el puerto de Beirut, donde estuvieron almacenadas desde 2014 casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio sin las debidas precauciones para este material altamente explosivo.

El último recuento oficial señala que al menos 158 personas murieron y unas 6.000 están heridas.

En octubre de 2019 y enero de este año, Líbano fue escenario de un movimiento contestatario sin precedentes contra toda la clase política, considerada corrupta e incompetente.

Los libaneses reclaman el reemplazo completo de una clase política que ha permanecido en el poder casi sin cambios desde la guerra civil (1975-1990).

Treinta años después, muchos de los líderes de la época siguen presentes.

Los que murieron o son demasiado viejos fueron reemplazados por un familiar.

Según los acuerdos de reparto de poder sectario adoptados después de la guerra civil libanesa (1975-1990), el jefe del Estado debe ser cristiano maronita, mientras que el primer ministro debe ser musulmán suní y el del Parlamento, un musulmán chií.

Líbano tiene una deuda de casi US$ 90.000 millones (81.000 millones de euros), más del 150% de su PIB, y el Banco Mundial advirtió en noviembre de 2019 que la pobreza podrían alcanzar un 50% de la población, frente a un tercio actualmente.

Reformas y protestas

“Preparen el patíbulo, porque nuestra rabia no se calmará en un día”, se lee en los mensajes que circulan por las redes sociales.

Ilustrando la magnitud del descontento de la población, el patriarca maronita, el cardenal Bechara Rai, pidió ayer la dimisión del gobierno y la celebración de elecciones legislativas anticipadas.

En el primer día de protestas, el pasado sábado, miles de libaneses se congregaron en la plaza de los Mártires, enarbolando escobas y palas, ya que es la propia población la que limpia las calles porque el gobierno –según ellos– no ha tomado ninguna medida para ayudar.

Los manifestantes tomaron brevemente los ministerios de Relaciones exteriores, Economía y Energía, y la Asociación bancaria.

La prensa libanesa especula con posibles masivas dimisiones en el Poder Ejecutivo.

El primer ministro, Hasan Diab, se reunió con varios ministros para valorar la situación y contemplar su posible renuncia.

Ayer, en la emblemática plaza de los Mártires, centenares de manifestantes se congregaron, esgrimiendo banderas libanesas, en medio de cantos patrióticos. Se instalaron carpas para distribuir pan, agua y comida caliente.

Más tarde, en una avenida que lleva al Parlamento, manifestantes lanzaron piedras y fuegos pirotécnicos hacia la policía, que replicó con disparos de gas lacrimógeno para dispersarlos.

Los manifestantes respondieron a los disparos de gas lacrimógeno gritando “¡Revolución, revolución!”.

Renuncias en el Poder Ejecutivo

La primera renuncia desde la explosión del martes fue la de ministra de Información, Manal Abdel Samad. “”Después de la enorme catástrofe de Beirut, presento mi dimisión del gobierno. Pido disculpas a los libaneses, no hemos sabido responder a sus expectativas”, dijo.

Luego, dimitió también el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Administrativo, Damianos Kattar. “Frente a la enorme catástrofe (...) y (...) a un régimen estéril que falló en diversas oportunidades (..) decidí renunciar al gobierno”, anunció Kattar.

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