En pequeños grupos, cada uno con un guía, los fieles empezaron el ritual y dieron siete vueltas a la Kabaa, la construcción cúbica que se encuentra en el centro de la Gran Mezquita de La Meca, según imágenes en directo de las televisiones sauditas.
Con mascarilla y a distancia los unos de los otros, los peregrinos en fila india caminaron alrededor de la Kabaa, vigilados por policías y otros agentes oficiales.
Entre 1.000 y 10.000 peregrinos residentes en el reino participan este año en el hach, según los responsables y los medios sauditas, un ínfimo número comparado con los 2,5 millones de personas que realizaron este ritual en 2019.
Se trata de uno de los cinco pilares del islam, que todos los fieles deben cumplir al menos una vez en la vida si tiene los medios para ello.
"No tenemos preocupaciones relacionadas con la seguridad este año y se trata de proteger a los peregrinos de los peligros de la pandemia", declaró a los periodistas Jaled bin Qarar al Harbi, director de Seguridad Pública.
Los peregrinos fueron sometidos a controles de salud y colocados en cuarentena a su llegada a La Meca este fin de semana. El equipaje que llevaban fue desinfectado, según imágenes de medios oficiales.
Algunos peregrinos declararon que les habían dado pulseras electrónicas para vigilar sus desplazamientos.
Además, se contrató a personal para limpiar y desinfectar las inmediaciones de la Kaaba, hacia la cual se encaran los fieles de todo el mundo para rezar.
Pero, debido a la pandemia de covid-19, este año los peregrinos no podrán tocar la Kaaba, advirtieron las autoridades, que indicaron que se desplegarán clínicas móviles y ambulancias sobre el terreno.
Alrededor del 70% de los peregrinos son residentes extranjeros en el reino, que registró cerca de 270.000 casos de infección del nuevo coronavirus, una de las tasas más altas de Oriente Medio.
Antes de llegar a La Meca, los peregrinos se sometieron a test de diagnóstico y después de la peregrinación tendrán que guardar otra cuarentena.
Asimismo, los fieles recibieron un kit con piedras esterilizadas para el ritual de la lapidación de Satán, desinfectante, mascarillas, una alfombra de oración y una prenda blanca, sin costuras, llamada "ihram" que deberán llevar en los rituales, según el Ministerio del Hach.
- Proceso transparente -
Este año, la prensa extranjera no fue autorizada a cubrir el acontecimiento, de alcance mundial.
Arabia Saudita indicó que tan solo un millar de peregrinos residentes en el reino podrían realizar la peregrinación este año, pero según los medios locales la cifra podría alcanzar los 10.000.
La selección fue objeto de críticas pero el ministro del Hach, Mohamed Benten, insistió en la transparencia del proceso y subrayó que el criterio determinante fue "la protección de la salud" de los participantes.
"No esperaba ser bendecido entre millones de musulmanes", comentó complacido el peregrino emiratí Abdalá al Kathiri, que fue seleccionado.
"Es un sentimiento indescriptible (...) y aún más tratándose de mi primer peregrinaje", declaró en un video del ministerio saudita de Medios de Comunicación.
Según el ministerio del Hach, residentes extranjeros oriundos de unos 160 países presentaron su solicitud por internet.
A pesar de la pandemia, algunos fieles consideran que la peregrinación será más segura este año, sin las colosales multitudes que cada año suponen una verdadera pesadilla logística y un riesgo de accidentes mortales.
En general, cada peregrino desembolsa miles de dólares pero este año el gobierno saudita cubre la mayoría de los gastos, incluyendo el alojamiento y las comidas, según algunas fuentes.
La pandemia puede tener un fuerte impacto económico en Arabia Saudita, donde el turismo religioso genera cada año unos 12 mil millones de dólares (10.600 millones de euros).
A causa de la covid-19, en marzo se suspendió la "omra", el "pequeño peregrinaje", que suele atraer a decenas de miles de fieles todos los meses.
Las restricciones ligadas a la peregrinación de este año agravarán el marasmo económico del país, según los analistas. Arabia Saudita enfrenta una fuerte bajada de los precios del petróleo, a causa del hundimiento de la demanda mundial y de las consecuencias de la pandemia.