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PARÍS (AFP). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre esta situación.
Gotículas
El primer modo de transmisión del coronavirus probado es el de las gotículas, pequeñas gotas de saliva que expulsa una persona infectada al toser o estornudar, pero también cuando canta o habla.
El virus utiliza ese entorno húmedo como vector, y puede infectar a otra persona si alcanza su boca, su nariz o sus ojos, por donde pasa a las células de las vías respiratorias.
Los científicos consideran que ello requiere de un contacto cercano, de alrededor de un metro.
En cambio, esas gotículas, aunque diminutas son relativamente “pesadas” y caen rápidamente, no permanecen suspendidas en el aire.
Contactos y superficies
El virus también puede fijarse en una superficie manchada por las gotículas, como las manos, los pañuelos u otros objetos (pomos de puerta, botones en ascensores). Si una persona sana los toca y luego se toca la cara, puede contagiarse.
Diferentes estudios han mostrado que el coronavirus puede permanecer mucho tiempo en superficies inertes, como el plástico o el acero, desde varias horas a incluso días si la temperatura y la humedad son favorables. Sin embargo, al cabo de unas horas, solo quedan restos, una cantidad insuficiente para contagiarse.
¿Y, el aire?
Y sin el envoltorio húmedo, ¿sobrevive el virus suspendido en el aire? ¿Es lo suficientemente activo como para contaminar a otras personas?
Este tipo de transmisión “no puede descartarse”, señaló la OMS la semana pasada. Sobre todo, apuntó, en “algunos lugares cerrados, como sitios muy frecuentados y mal aireados” y cuando la gente permanece en ellos “durante un periodo de tiempo largo”. ¿Por ejemplo? Las corales, los restaurantes o las clases de deporte.
En esos casos, el virus sería transportado por aerosoles, procedentes de la evaporación de las gotículas o por la simple respiración de los portadores del virus. Más pequeños (menos de 5 micras), esos aerosoles pueden mantenerse suspendidos en el interior y ser inhalados por otras personas.
“Sin embargo, las pruebas deben ser reunidas e interpretadas”, matizó una portavoz de la OMS.
A mediados de marzo, un estudio publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM) mostraba que el nuevo coronavirus podía sobrevivir en un laboratorio durante tres horas en forma de partículas de aire.
El estudio también concluye que las partículas del virus contenidas en esos aerosoles producidos experimentalmente pueden infectar a células in vitro, incluso después de tres horas.
Se han publicado otros estudios en la misma línea, pero de momento no se ha probado que esas partículas de coronavirus puedan provocar infecciones en la vida real.
Esa hipótesis hace que sea “deseable el uso de una mascarilla adaptada, al pensar que personas infectadas pueden encontrarse cerca, y airear suficientemente los espacios cerrados”, consideró el 15 de abril Matthew Meselson, profesor de la Universidad de Harvard.
“La mascarilla está en el centro de la estrategia de prevención”, observó por su parte Franck Chauvin, presidente del Alto Consejo francés de Salud Pública.