En Brixton Cycle, el flujo de clientes no cesa: “Gente que vive en la periferia, o que siempre va al trabajo en bicicleta, nuevos ciclistas, gente con bicicletas que han estado en el armario por un tiempo”, enumera el gerente Lincoln Romain.
El riesgo de contagio de la covid-19, que golpeó muy duro al Reino Unido, hizo que los británicos eviten el transporte público, desde el abarrotado metro hasta los famosos autobuses rojos de dos plantas, para volver a pedalear.
La flexibilización del confinamiento en varios países europeos, con la necesidad de moverse más evitando el contacto, refuerza esta tendencia.
En Barcelona, el uso de carriles para bicicletas se ha cuadruplicado en hora punta, explica Janet Sanz, responsable de urbanismo del ayuntamiento.
En el Reino Unido, "millones de personas descubrieron el uso de la bicicleta durante la crisis, para hacer ejercicio o para mantener distancias seguras", afirma el ministro de Transporte, Grant Shapps.
Más carriles para bicicleta
Pero esta carrera de dos ruedas no está exenta de baches. “El problema es que la gente olvida que también tiene que respetar las distancias de seguridad en los semáforos en rojo”, dice a la AFP en Londres Kelly Wise, entusiasta del ciclismo de toda la vida. “Ya he pasado por esto, alguien se detuvo justo a mi lado durante el peor momento de la epidemia. Sigue siendo un motivo de preocupación”, afirma.
Para hacerle frente, el gobierno británico anunció un plan de urgencia de 250 millones de libras (305 millones de dólares, 280 millones de euros) para adaptar el transporte a la pandemia. Una parte se utilizará para crear carriles de bici temporales "en pocas semanas" o ampliar los ya existentes.
En la mayoría de las principales ciudades europeas se han puesto en marcha iniciativas similares, consideradas como un activo sanitario y ambiental. Bruselas, Berlín y Barcelona, por ejemplo, tienen previsto construir 40, 22 y 21 kilómetros de carriles adicionales respectivamente.
En Francia, donde el gobierno ha anunciado un plan de 20 millones de euros, ciudades como París, Niza, Ruan, Lille y Nantes están siguiendo el ejemplo.
Incluso Italia, el país europeo con más coches por habitante, está adoptando el ciclismo en proporciones que no se veían desde los difíciles años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Se han planificado 150 kilómetros de carriles para bicicleta en la capital: suficientes para cambiar el aspecto de Roma, ciudad intransitable y peligrosa en ese vehículo.
“Enorme presión”
Esta locura por los pedales está impulsado a las empresas del sector.
En Austria, "las ventas de bicicletas, especialmente las eléctricas, se han disparado desde la reapertura de los comercios a mediados de abril, al igual que las solicitudes de reparación", afirma Michael Nendwich, de la Cámara Económica Austríaca.
El minorista francés Go Sport ha visto un aumento del 300% en sus ventas de bicicletas en internet. En el Reino Unido, según la Asociación de Comerciantes de Bicicletas, alrededor de 20.000 bicicletas "ya están vendidas o reservadas".
Esta repentina y elevada demanda está "ejerciendo una enorme presión sobre las tiendas", señala la asociación. "Muchos de ellos dicen que trabajan hasta la noche para reparar las bicicletas de sus clientes a tiempo".
“El problema es que todos nuestros proveedores se han quedado sin bicicletas, así que la elección que ofrecemos es cada vez más limitada”, añade Romain en su tienda de Londres, que no recibirá nuevo material hasta junio.
Mientras tanto, los afortunados dueños de una bicicleta en buen estado, como Kelly, pueden recorrer tranquilamente las calles de Londres. “Es muy bueno que la gente vaya más en bicicleta en Londres”, dice mientras se sube a la suya. “Pero, ¿la gente seguirá después o parará cuando vuelva el invierno o se encuentre una vacuna?”.