Sopla un viento helado en la plaza de armas del cuartel de Bière, a pocos kilómetros del lago de Ginebra, donde hombres y mujeres del “batallón del Hospital 2” reciben capacitación en técnicas de control de salud, antes de ir a una misión de apoyo en diversos puntos del país.
En un hangar quince soldados, algunos con mascarillas, aprenden como se usa una camilla, cómo acostar a un paciente y cómo removerlo. En una mesa próxima a los instructores se ven botellas de gel hidroalcohólico, máscaras y guantes.
El sargento Romain Berset, de 28 años, habla de su “orgullo” de comprometerse con su país, pero también reconoce “una pequeña preocupación” por haber tenido que abandonar su puesto de enfermero en la ciudad en medio de una pandemia.
Suiza superó el sábado la barrera de los 7.000 casos de infección por COVID-19, incluidos 60 muertos -37 de ellos en el cantón de Ticino, que limita con Italia-, según las últimas cifras publicadas por la Oficina Federal de Salud Pública.
- La situación “es grave” -
"La situación es grave (...). Los próximos días serán críticos para el sistema de salud", advirtió el domingo en una conferencia de prensa el Director General de Salud del Cantón de Ginebra, Adrien Bron.
Para aliviar a los hospitales bajo tensión, el ejército anunció que podría movilizar hasta 8.000 “Boinas Azules” en los 26 cantones de la Confederación Suiza, un pequeño estado de 8,5 millones de habitantes en el corazón del macizo alpino.
Gabrielle Ramseier, una paramédica de 24 años, vino a entrenar a los soldados. Estaba de guardia cuando recibió su convocatoria.
“No lo esperaba, así que tuvimos que ir a buscar el equipo, preparar el material en un tiempo bastante corto, y también preparar toda la organización familiar. No tengo hijos, así que mi tarea se hizo más fácil. Pero quedaba mucho por hacer”, explica.
En un segundo hangar, los reservistas -llamados ‘milicianos’ en Suiza- siguen un curso sobre el uso de ambulancias militares y su desinfección, mientras que otros entrenan para ponerse el equipo de protección completo.
- Primera vez desde 1939 -
Considerado uno de los pilares fundadores de la nación, el ejército suizo está organizado como una milicia. El número de sus efectivos -divididos entre el Ejército y la Fuerza Aérea- se ha reducido drásticamente de unos 625.000 soldados en 1961 a alrededor de 100.000 en la actualidad.
Supervisados por unos pocos miles de profesionales, los reclutas realizan un período de entrenamiento de al menos ocho meses antes de ser llamados cada año para participar en sesiones de varias semanas de capacitación.
"Es la primera vez que el ejército de la milicia está en una movilización 'real', la última vez fue en 1939", explica el teniente coronel Raoul Barca, quien comanda el batallón estacionado en Bière y compuesto por aproximadamente 750 soldados.
En uno de los hangares de capacitación se ha establecido un área de "relajación" para que los soldados puedan consultar su computadora o teléfono móvil.
"Los soldados están confinados no sabemos por cuánto tiempo, y están separados de sus familias, de sus hijos, y por eso es esencial poder mantener el contacto social", explica el teniente coronel Barca.
La última movilización del ejército suizo en el contexto de una crisis de salud se remonta a la ola de calor de 2015. En ese momento se requirió que las tropas suministraran agua al ganado que pastaba en las montañas.
En años recientes los debates han agitado regularmente al país sobre la relevancia de retener un gran ejército de reclutamiento, considerado por algunos como costoso e innecesario, mientras que la mayoría de sus vecinos europeos se han profesionalizado.
“No me meto en esta controversia”, advierte Barca. “El ejército suizo siempre ha respondido cuando se lo convocó, ya sea para compromisos de apoyo, como ahora, o para eventos internacionales como el Foro Económico Mundial” que se celebra cada año.