Delirio, ahogamiento: así mata el coronavirus, rápido e intenso

Una entrevista publicada en los Estados Unidos detalla cómo el coronavirus causa una fuerte falla respiratoria como consecuencia de la infección que genera. Una experiencia cercana a un ahogamiento o a haber ingerido la venenosa soda cáustica: así mata el COVID-19.

Un letrero en la entrada de la sala de emergencias en el hospital NYU Langone Health Center en la ciudad de Nueva York, Nueva York, Estados Unidos, 16 de marzo de 2020.
Un letrero en la entrada de la sala de emergencias en el hospital NYU Langone Health Center en la ciudad de Nueva York, Nueva York, Estados Unidos, 16 de marzo de 2020.JUSTIN LANE

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El coronavirus de Wuhan es, en esencia, un virus que causa una neumonía muy grave. Los estudios estadísticos indican que el 80% de los infectados tienen síntomas leves o casi ninguno, pero el restante 20% es el que causa estragos en todo el mundo. De ese total, el 15% sufre graves fallos respiratorios y el 5% requiere terapia intensiva. Los índices de mortalidad varían cada día y se ubican entre el 2% y el 3% del total de infectados. Para ponerlo claro, son pocos los pacientes que sobreviven a la unidad de cuidados intensivos.

Pro Publica, un prestigioso portal de investigación de los Estados Unidos, publicó ayer sábado una entrevista con un terapeuta de un hospital de Nueva Orleans, en el estado de Luisiana, en donde detalló cómo los trabajadores médicos viven la enfermedad. La identidad del médico no fue difundida por temor a represalias.

La infección que causa el coronavirus es rápida e intensa en los casos graves, detalló el médico. Básicamente, los pulmones se llenan de una secreción de color rosado que hace casi imposible el mecanismo de respiración. Esto sucede de forma muy rápida.

“Cuando alguien tiene una infección, estoy acostumbrado a ver los colores normales que asociaría con él: verdes y amarillos. Los pacientes con coronavirus con síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) tenían muchas secreciones que en realidad son de color rosa porque están llenas de células sanguíneas que se filtran a sus vías respiratorias. Se están ahogando esencialmente en su propia sangre y fluidos porque sus pulmones están muy llenos. Así que constantemente tenemos que aspirar las secreciones cada vez que vamos a sus habitaciones”, detalló.

El doctor describe el sufrimiento como si el paciente estuviera viviendo una experiencia cercana a un ahogamiento o de haber inhalado el gas de soda cáustica, que se utiliza como anticorrosivo de metales.

El entrevistado también advirtió que los respiradores comienzan a no dar abasto en los hospitales de la zona, como sucede ahora en Italia o España, por ejemplo. En Paraguay, la disponibilidad de camas de terapia intensiva es de unas 700, dijo en la semana que pasó el ministro Julio Mazzoleni. Para dar una idea, el 5% de la población paraguaya que podría llegar a requerir una equivale a 375.000 personas, cálculo basado en 7.500.000 habitantes.

“Me di cuenta de lo diferente que era cuando vi a mi primer paciente con coronavirus ponerse grave. Dije ‘mierda, esta no es la gripe (influenza) al ver a un tipo relativamente joven, sin aliento, secreciones espumosas y rosadas que salen del tubo y salen de su boca. El respirador debería haber estado haciendo su trabajo y hacer respirar al paciente, pero él todavía estaba sin aliento, moviendo la boca, moviendo el cuerpo, luchando. Tuvimos que contenerlo. A todos los pacientes con coronavirus tuvimos que contenerlos. Realmente hiperventilan, luchan por respirar. Cuando estás en ese estado mental de luchar para respirar y delirando con fiebre, no sabés cuándo alguien está tratando de ayudarte, así que vas a intentar arrancar el tubo de respiración porque sentís que te está asfixiando, pero en realidad te estás ahogando”, describió el terapeuta.

Finalmente, contó que el uso frecuente del respirador también es perjudicial por los esfuerzos que genera a los pulmones, lo que puede generar un daño permanente y duradero en el caso de que el paciente se recupere.

“Nunca había visto un microorganismo o un proceso infeccioso que causara un daño tan agudo a los pulmones tan rápidamente. Eso fue lo que realmente me sorprendió”, concluyó.

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