Según un Decreto de la Pentenciaria Apostólica publicado el viernes por el Vaticano, el perdón abarca también a los profesionales de la salud y los familiares que cuidan a los enfermos del nuevo coronavirus y que se exponen así al riesgo de contagio. También a las personas que rezan lo suficiente por los pacientes y el fin de la pandemia.
Para beneficiarse de este perdón, los enfermos en cuarentena, en el hospital o en sus hogares, “con espíritu desprendido de cualquier pecado”, pueden unirse “espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o rezar el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María”.
Además, la Iglesia concede el perdón a los fieles católicos que están a punto de morir y no puedan recibir el sacramento de la extrema unción. El único requisito es la oración. Según la tradición cristiana, para acceder al paraíso, el difunto debe haber reparado el mal que cometió, ya sea antes de su muerte, ya sea pasando por el purgatorio.
El abuso del recurso a las indulgencias plenarias por parte de los papas, que no dudaban en pedir dinero a cambio de ellas para pagar para sus gastos, provocó la reforma protestante en el siglo XVI. En una nota adicional, la Santa Sede indicó además que la absolución de los pecados podrá hacerse de manera “colectiva” y “sin confesión individual previa” “en los territorios actualmente más afectados por la pandemia”.
La Iglesia da para ello algunos consejos prácticos. La absolución colectiva se hará, por ejemplo, en la entrada de los servicios hospitalarios donde se encuentren pacientes en peligro de muerte, utilizando un altavoz. Y si el sacerdote debe acercarse a varios fieles, deberá elegir un lugar aireado y llevar máscara de protección.