Trump, que mide 1,90 m dependiendo de la fuente a la que se recurra, no pierde tiempo desde que Mike Bloomberg comenzó a avanzar en las encuestas. Se burla, un día sí y otro también, de la baja estatura del exalcalde de Nueva York que aspira a la nominación presidencial por el Partido Demócrata, que mide cerca de 1,70 m.
En recientes tuits y entrevistas, Tump apoda al magnate de los medios “Mini Mike”, le quita unos 10 centímetros y afirma que el candidato pidió pararse en una caja durante los debates demócratas. El presidente republicano también se ha mofado de la estatura de varios legisladores: Adam Schiff, Marco Rubio y Bob Corker, solo por nombrar algunos.
En efecto, Trump parece ser muy consciente de que en Estados Unidos la estatura importa y está determinado a sacarle provecho. “No es típico de lo que hacen los presidentes”, dijo Gregg Murray, profesor de ciencia política de la Universidad de Augusta, Georgia, quien ha estudiado la incidencia de la estatura en la decisión electoral de los estadounidenses.
Más alto, más fuerte
Miren hacia atrás y verán que los últimos inquilinos de la Casa Blanca miden todos al menos 1,80 m: Barack Obama, George W. Bush, su padre, Bill Clinton, Ronald Reagan, por nombrar algunos. De hecho, los estadounidenses están tan absortos con la estatura de sus líderes que, durante uno de los debates presidenciales republicanos de 2016, Google dijo que la búsqueda online más frecuente no fue sobre un tema de política sino para saber la altura de Jeb Bush (1,90 m, por si les interesa).
La predilección por líderes más altos -mayor altura sugiere mayor fortaleza, especialmente en tiempos de conflicto, estima Murray- no se ciñe únicamente a Estados Unidos. Los primeros ministros Shinzo Abe de Japón y Benjamin Netanyahu de Israel son más altos que el promedio en sus países. Aunque hay casos de líderes con menor estatura, en general los expertos dicen que los más altos tienen ventaja tanto en la política como en otros aspectos de la vida.
“Hay evidencias abrumadoras de que las personas altas tienen muchas más posibilidades de alcanzar puestos más altos en organizaciones” de cualquier país, dijo Abraham Buunk, académico holandés coautor de un estudio sobre la importancia de la estatura de los presidentes estadounidenses. “La ventaja de los candidatos más altos se explica fundamentalmente por las percepciones asociadas a la estatura: los presidentes más altos son calificados por los expertos como ’más grandes’, con mayores habilidades de liderazgo y comunicación”, señala el estudio.
Propensión a postularse
En las elecciones presidenciales celebradas en Estados Unidos hasta 2012, el más alto de los candidatos ganó 58% de las veces. Según Murray, esto se debe principalmente a que las personas más altas suelen sentirse más atraídas a postularse. “Es que los hombres altos son más propensos a considerar que están calificados para ser líderes y por lo tanto son más propensos a postularse como líderes”, dijo a la AFP . Las mujeres, generalmente más pequeñas que sus rivales masculinos, tiene esa desventaja incorporada, dice Murray, pues les impide aparecer como “físicamente formidables”.
En esta campaña, dos mujeres aspiran a la nominación demócrata. Elizabeth Warren mide poco más de 1,70 m. Amy Klobuchar, es varios centímetros más baja. En un debate en diciembre, Klobuchar bromeó que James Madison, cuarto presidente de Estados Unidos, había tenido “bastante buen tamaño para un presidente”, pues medía algo más de 1,60 m.
La rival demócrata de Trump en la carrera presidencial de 2016, Hillary Clinton, mide cerca de 1,65. Durante uno de sus debates, en determinado momento Trump se paró detrás de ella, en un gesto que tuvo más de una interpretación: para unos, un payaso que quería acaparar cámara, para otros, un acoso directo. Pero más allá de cuánto intente Trump de mostrarse más alto que sus oponentes, la estrategia no siempre funciona. Basta mirar las fotos de los debates republicanos de 2016, en las que Jeb Bush luce claramente más alto.