“¿Quién es Greenpeace? ¿Qué es esa porquería llamada Greenpeace? Sólo basura, es basura”, respondió el ultraderechista Jair Bolsonaro a periodistas que lo consultaban sobre el recién creado Consejo de la Amazonía, en las afueras de su residencia oficial en Brasilia.
El mandatario dijo que evaluará la creación de un ministerio extraordinario para la Amazonía, propuesta por un diputado, pero que esa estructura involucraría “gastos y un impacto (financiero) negativo”.
El gobierno brasileño, cuestionado dentro y fuera de Brasil por la falta de políticas a favor del medio ambiente, acaba de reactivar un olvidado Consejo de la Amazonía (creado en 1995), transfiriéndolo a la órbita del vicepresidente Hamilton Mourao e integrado por 14 ministerios.
Pero esa estructura no integra a ninguno de los gobernadores de los estados amazónicos, que en varias ocasiones expresaron críticas a la posición de Brasilia, cuestionada ante la multiplicación de los incendios y el avance de la deforestación.
Integrar a los gobernadores en el Consejo “no resuelve nada”, explicó el jueves el mandatario.
A favor de abrir reservas naturales y tierras indígenas a la explotación minera y de recursos naturales, Bolsonaro acostumbra minimizar los impactos de la deforestación ambiental y tratar el tema como una cuestión de soberanía nacional.
“Se incendió toda Australia y nadie dice nada (...) El papa Francisco ayer dijo que la Amazonía era de él, de todo el mundo. Por coincidencia estaba aquí el canciller de Argentina (Felipe Solá), (le dije) mira, el papa es argentino, pero Dios es brasileño”, dijo Bolsonaro.
El papa divulgó el miércoles una exhortación apostólica llamada “Querida Amazonía”, en la que abogó por la preservación ambiental de la región ante los embates de madereros y ganaderos y por el respeto de los derechos de los pueblos originarios.
La deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 85,3% en 2019, primer año del gobierno de Jair Bolsonaro, totalizando 9.166 km2, según datos oficiales.
Esta no es la primera acusación del gobierno brasileño contra Greenpeace.
En octubre pasado, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, insinuó que un barco de la oenegé podría estar relacionado con el derrame petrolero que se expandía a lo largo de la costa atlántica del país.
Bolsonaro calificó luego esas manchas, de origen desconocido hasta ahora, de “acto terrorista” y afirmó que Greenpeace “solo obstaculiza” las investigaciones.