Según la Comisión Electoral Independiente (IEC), Ghani ganó con el 50,64% de los votos, contra 39,52% de Abdulá, quien fuera su primer ministro.
“Hoy, celebramos la victoria de la nación”, lanzó durante un discurso Ashraf Ghani, triunfante y con los brazos en alto. “Se formará un gobierno digno de esta gran nación”.
Los candidatos tienen derecho a presentar eventuales reclamos antes de que sean publicados los resultados finales, probablemente en unas pocas semanas.
Apenas la IEC anunció los resultados preliminares, la oficina de Abdulá dijo en un comunicado que los impugnaría.
“Nos gustaría dejar claro una vez más a nuestro pueblo, a nuestros partidarios, a la comisión electoral y a nuestros aliados internacionales que nuestro equipo no aceptará el resultado de este voto fraudulento si nuestras legítimas demandas no son tomadas en cuenta”, subrayó el comunicado.
Los resultados preliminares de la primera vuelta de las elecciones debían haberse anunciado el 19 de octubre. Pero fueron aplazados una primera vez al 14 de noviembre, igualmente por razones técnicas.
Abdulá había pedido detener el escrutinio para “salvar el proceso de los fraudulentos”, pero sin presentar pruebas.
El bando de Abdulá consideró que unas 300.000 papeletas de las validadas por la IEC presentaban problemas y pedía que se examinaran.
“Nosotros, con honestidad, lealtad, responsabilidad y fidelidad, cumplimos con nuestro deber”, declaró la presidenta de la IEC, Hawa Alam Nuristani. "Respetamos cada voto porque queríamos que la democracia perdure”.
El anuncio de la victoria de Ashraf Ghani, aunque se esperaba desde hacía meses, fue acogido con relativa indiferencia por parte de los ciudadanos, que no protagonizaron ninguna concentración significativa -ni para celebrar el resultado ni para criticarlo- en Kabul.
La misión de la ONU en Afganistán (Manua) celebró el anuncio de los resultados en un comunicado, en el que llamó a los candidatos a “expresar sus preocupaciones (...) conforme al marco jurídico y los procedimientos”.
“Salvaguardar la elección”
“Ahora todas las autoridades y actores afganos deben demostrar su compromiso de salvaguardar y llevar a buen término la elección, y proteger la integridad de la última etapa del proceso”, estimó Tadamichi Yamamoto, jefe de la Manua.
Aunque todos los candidatos se comprometieron antes de la votación a respetar un “código de conducta” electoral que les obliga a aceptar sus resultados o a registrar sus quejas ante las autoridades ad hoc, Abdulá Abdulá reivindicó la victoria tres días después de la votación.
“Tenemos la mayoría de votos en esta elección”, había declarado, con el riesgo de crear tensiones políticas.
El día anterior, el compañero de fórmula de Ghani, Amrulá Saleh, también parecía reivindicar la victoria, al decir a la radio Voz de América que tenía información que “entre el 60% y el 70% de la gente votó” por el presidente.
Tanto los afganos como la comunidad internacional temen un repetición del escenario de 2014, cuando Abdulá Abdulá impugnó los resultados de la votación, con graves irregularidades, y se desencadenó una crisis constitucional.
A raíz de una intervención de Washington, finalmente se le asignó el puesto de primer ministro, bajo la presidencia de Ghani.
Los observadores señalan que los comicios se desarrollaron en condiciones de transparencia. Ninguno de los candidatos denunció irregularidades graves el día de la votación, a diferencia de las elecciones de 2014.
Una firma alemana suministró máquinas biométricas para evitar que la gente votara más de una vez. Pero aún así casi un millón de los 2,8 millones de sufragios iniciales fueron purgados debido a irregularidades.
La IEC tomó en cuenta 1,8 millones de votos, lo que significa que la elecciones estuvieron marcadas por una baja participación pues había 9,6 millones de electores registrados.