“Muchos estudios muestran que es posible limitar el calentamiento global. Para eso necesitamos una voluntad política clara, con visión de futuro y fuerte, decidida a seguir un nuevo curso que reenfoque las inversiones financieras y económicas hacia esas áreas que de verdad salvaguardan las condiciones de una vida digna de la humanidad y de un planeta sano hoy y mañana”, se lee en la carta.
La misiva, con fecha de 1 de diciembre y divulgada hoy por la Santa Sede, está dirigida a la ministra de Medio Ambiente de Chile, Carolina Schmidt, cuyo país iba a acoger la XXV Conferencia de las Partes (COP25) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, pero que finalmente tiene lugar en Madrid.
El papa comienza la carta recordando que en diciembre de 2015 la comunidad internacional firmó los Acuerdos de París sobre el clima que revelaron “una creciente concienciación” de la importancia de “trabajar juntos” para proteger la vida en el planeta.
“Lamentablemente, cuatro años después, debemos admitir que esa conciencia es aún débil, incapaz de responder adecuadamente a ese fuerte sentido de urgencia” que muestran datos como los del Panel Intergubernamental de expertos de la ONU sobre Cambio Climático.
“Estos estudios muestran que los compromisos actuales asumidos por los estados para mitigar y adaptarse al cambio climático están lejos de aquellos que realmente se necesitan para lograr el objetivos del Acuerdo de París”, subraya el pontífice. Y agrega: “¡Demuestran lo lejos que están las palabras de las acciones concretas!”.
El papa argentino afirma que “actualmente existe un acuerdo creciente sobre la necesidad de promover procesos de transición y de transformación de nuestro modelo de desarrollo” en favor de la solidaridad y la colaboración contra esta amenaza. “Debemos preguntarnos seriamente si existe la voluntad política para asignar con honestidad, responsabilidad y valentía más recursos humanos, financieros y tecnológicos para mitigar los efectos negativos del cambio climático, así como para ayudar a los más pobres y más poblaciones vulnerables que más sufren”, plantea.
Todo esto, refiere el pontífice, “nos invita a reflexionar concienzudamente acerca el significado de nuestros modelos de consumo y producción y sobre los procesos de educación y conciencia para hacerlos coherentes con la dignidad humana”.
El papa, siempre muy preocupado por este tema, al que dedicó la encíclica “Laudato Sì” (2015) , llamó a combatir este “desafío para la civilización” y a no dejar pasar la oportunidad de Madrid para acordar medidas que atajen la emergencia climática. Y celebró “la mayor sensibilidad” de los jóvenes ante el problema, al tiempo que instó a los Gobiernos a “no cargar a las próximas generaciones con los problemas causados por las anteriores”. “Que podamos ofrecer a las próximas generaciones razones concretas para esperar y trabajar por un buen y digno futuro”, termina el papa.