El juez Danilo Pereira Junior autorizó este viernes la libertad, tras el pedido de la defensa. La sentencia fue confirmada luego en una tercera instancia, pero aún le resta una apelación ante la Corte Suprema, que ya presentó, pero sobre la cual el Supremo todavía no se ha pronunciado.
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Al abandonar su reclusión, miles de simpatizantes lo recibieron en las inmediaciones de la penitenciaría donde pronunció unas palabras. Agradeció a sus seguidores por seguir la lucha por su liberta. Ahora, el expresidente espera por la apelación del máximo tribunal.
El exmandatario (2003-2010) abandonó el local a pie, acompañado por sus abogados; su actual pareja, Rosangela da Silva, y algunos de sus principales correligionarios, y entre los vítores de los cientos de simpatizantes que llegaron hasta los alrededores de la sede policial para recibir al líder socialista. “¡Lula libre!¡Lula libre!” , gritaban los seguidores de un Lula vestido de traje y que se fue directo hacia ellos, tras abrazar a algunos de sus familiares en la puerta de la sede de la Policía Federal.
Después escuchó el himno de Brasil, cantado por sus simpatizantes, recibió algunos regalos de militantes y repartió más abrazos visiblemente emocionado. El juez Danilo Pereira Jr, de la 12ª Sala Criminal de Curitiba, decretó poco antes su libertad, con base en una decisión del Supremo Tribunal Federal, que anoche declaró inconstitucional la prisión de una persona condenada antes de que se agoten todos los recursos en la Justicia, como es el caso de Lula y de otros cerca de 5.000 presos.
Lula cumplía una pena de 8 años y 10 meses de prisión, ratificada en tres instancias diferentes, por corrupción pasiva y blanqueo de capitales, tras haber sido hallado culpable de recibir un apartamento en el balneario paulista de Guarujá a cambio de favores políticos a la constructora OAS. Ahora esperará en libertad hasta que agote todos los recursos disponibles en el sistema judicial brasileño, según decidió el Supremo en la víspera en una votación ajustadísima (6-5) .
La máxima corte del país anuló en la víspera su propia jurisprudencia, vigente desde 2016 y a través de la cual autorizó ejecutar una pena de prisión después de que esta se confirmara en segunda instancia y aún quedan dos apelaciones pendientes en tribunales superiores. La decisión le abrió las puertas de la cárcel al líder del Partido de los Trabajadores (PT), quien afronta un total de nueve procesos abiertos con la Justicia, en dos de los cuales ya fue condenado.
Además de la condena por el conocido como ‘caso triplex’, sobre Lula ya pesa otra pena a otros 12 años y 11 meses de cárcel en un caso muy similar, pero dictada hasta ahora en primera instancia y aún no confirmada en la segunda.
Lula se dice víctima de una “ persecución ” que intenta evitar su vuelta al poder. Aunque ahora quede en libertad, Lula sigue estando impedido de concurrir en unas elecciones, pues la ley brasileña impide que condenados en segunda instancia, como es su caso, puedan presentarse a un cargo electivo.