No se proporcionaron detalles respecto a cuándo ni dónde se lanzó el cuerpo al mar, pero hicieron un paralelismo con el destino del cadáver del líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, tras su asesinato por fuerzas especiales estadounidenses en 2011.
Ese procedimiento se eligió con Bin Laden para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinaje para sus seguidores.
Los restos de Bagdadi “fueron tratados de forma apropiada”, había dicho previamente el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley.
Estados Unidos llevaba años buscando al dirigente del EI, que sembró el terror en un inmenso territorio entre Irak y Siria, y recibió informaciones sobre su presencia en una casa en la región de Idlib, en el noroeste de Siria, “donde vivía de forma permanente”, precisó el general.
Según Milley, el autoproclamado califa del EI detonó el cinturón de explosivos que vestía al verse acorralado en un túnel junto con tres de sus hijos.
Sus restos fueron luego “transportados a un lugar seguro para confirmar su identidad gracias a un análisis de ADN” , añadió.