El ejército ruso continúa por su lado las patrullas iniciadas el miércoles a lo largo de la frontera, llenando el vacío dejado por la partida de las tropas estadounidenses de este sector del norte de Siria, país en guerra desde 2011.
El régimen sirio, aliado de Moscú, también desplegó tropas en la zona.
El acuerdo ruso-turco permite en efecto al presidente sirio Bashar Al Asad retomar parte del territorio que había perdido durante el conflicto.
Según el Observatorio sirio de Derechos Humanos (OSDH), las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), alianza dirigida por combatientes kurdos, abandonaron el jueves por la mañana varias posiciones en el este del país, cerca de la frontera.
Según dijo a la AFP el director del OSDH, Rami Abdel Rahman, combatientes de las Unidades de Protección Popular (YPG, principal integrante de las FDS, consideradas “terroristas” por Ankara) siguen en cambio presentes en varios puntos de la franja fronteriza sirio-turca, que se extiende a lo largo de unos 440 km.
Una ofensiva sangrienta, lanzada el 9 de octubre por Turquía en el norte de Siria, ha empujado a las fuerzas kurdas lejos de la frontera. Precisamente, el ataque fue interrumpido para permitir que las YPG se retiraran de sus posiciones fronterizas.
Reunión de la OTAN
En una reunión, el martes en Sochi (sur de Rusia), el presidente Vladimir Putin y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, concluyeron un acuerdo en vistas a la retirada total de las fuerzas kurdas de la zona, y al control común de una parte de la frontera sirio-turca.
Según el acuerdo ruso-turco, calificado de “histórico” por Erdogan, las fuerzas de las YPG tienen que retirarse con todo su armamento.
El presidente turco amenazó con tomar “todas las medidas necesarias” si no era respetado el acuerdo de retirada de los kurdos.
A su vez, el presidente estadounidense, Donald Trump —mucho tiempo aliado de los kurdos en la lucha contra los yihadistas del grupo Estado Islámico—, consideró un “gran éxito” el hecho de haber creado una “zona de seguridad” entre Siria y Turquía, controlada por rusos, turcos y sirios.
La partida de los soldados estadounidenses del norte sirio dio, de hecho, luz verde al ejército turco para lanzar su ofensiva contra los kurdos, que el secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, criticó este jueves y calificó de “injustificada”.
La OTAN, de la cual Turquía es miembro, se reunió este jueves en Bruselas y su ofensiva suscitó reacciones muy hostiles de algunos socios de la Alianza, en tanto estuvo acompañada de un acercamiento espectacular con Moscú.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aunque rechazó condenar la operación turca, anticipó una “fuerte discusión” entre los ministros de Defensa.
La organización debatirá además una iniciativa alemana para la creación de una “zona de seguridad bajo control internacional” en el norte sirio. Esta iniciativa, recibida con escepticismo por la comunidad internacional, cuenta con el apoyo del líder de las FDS, Mazlum Abdi.
300.000 desplazados
La operación de Turquía ha expulsado a cerca de 300.000 civiles kurdos, que ahora tienen muy escasas posibilidades de poder volver a sus hogares, según el OSDH.
Los kurdos, que establecieron una autonomía de hecho en el norte y noreste de Siria al calor del conflicto, temen las represalias armadas turcas, y un desplazamiento forzado para permitir el retorno a la región de una parte de los 3,6 millones de refugiados sirios que huyeron a Turquía.
Aunque los kurdos acusaron a Estados Unidos de haberlos “abandonado” tras el anuncio de su retirada del norte sirio, parece que desean preservar sus relaciones con Washington.
Trump dijo el miércoles que Mazlum Abdi, comandante de las FDS, le había expresado su “agradecimiento” por detener el ataque turco. También Abdi hizo saber que había agradecido al presidente ruso Vladimir Putin por haber salvado a su pueblo de la “lacra” de la guerra.