Ken Fisher, un asesor financiero que aparece con frecuencia en canales estadounidenses promocionando su experiencia, fue invitado a una conferencia en San Francisco a principios de octubre. En el escenario hizo comentarios con fuerte connotación sexual, como por ejemplo asegurar que cuando se trata de conseguir clientes hay que ser “cuidadoso”. Es “como querer levantarse a una chica en un bar (...) como abordar a una mujer en un bar y decirle: ’Oye, quiero hablar de lo que hay en tus bragas’”.
Se suponía que la conferencia debía permanecer en privado. Pero alguien que estuvo presente, indignado, criticó en un video publicado en Twitter sus referencias a “genitales” o al uso de drogas. “Los comentarios hechos por Ken Fisher fueron simplemente horribles”, afirma, señalando que muchas de las mujeres presentes le dijeron que se habían sentido “incómodas”.
Posteriormente, el financista se disculpó y señaló en un mensaje enviado a AFP “ser consciente de que este tipo de lenguaje no tiene cabida en nuestra empresa o sector” .
Extravagancias de corredores
Pero ya era demasiado tarde. Varias entidades decidieron romper sus vínculos con Fisher Investments, que administra un total de 112.000 millones de dólares en nombre de varios clientes. El fondo de pensiones de la ciudad de Boston, por ejemplo, le retiró su dinero y su alcalde escribió en un tuit: “Boston no invertirá en compañías cuyos directivos tratan a las mujeres como mercancías”.
Según un informe del canal CNBC, la firma de Fisher ha visto en pocos días esfumarse cerca de 1.000 millones de dólares de su gestión. Y esto podría empeorar, pues la poderosa compañía financiera Fidelity manifestó estar “muy preocupada por los comentarios completamente inapropiados” de Fisher y “está reconsiderando su colaboración” con él, dijo un portavoz a la AFP .
Aunque las excentricidades de todo tipo y el escandaloso vocabulario de los corredores de Wall Street han sido objeto de muchas películas, los jefes de los grandes grupos generalmente se comportan con una cierta reserva. “El valor de una empresa está vinculado a su imagen y un director general está asociado con ella”, señala Charles Elson, profesor especializado en temas de gobernanza de la Universidad de Delaware. “Por eso es mejor, cuando hablan en público, que solo hablen de su actividad y eviten cualquier controversia política o social”, agrega. “Cuando lo hacen, naturalmente crea problemas”.
El cofundador de Uber, Travis Kalanick, fue despedido en 2017 tras acusaciones de sexismo y acoso en el trabajo. El magnate Elon Musk perdió el título de presidente del consejo de administración de una de sus compañías, Tesla, después de varios mensajes insultantes a las autoridades reguladoras de la Bolsa. En septiembre, el cofundador de WeWork, Adam Neumann, debió dejar su puesto de gerente general por la atención que había ganado su comportamiento considerado a veces extraño, lo que era, en sus propias palabras, “una distracción importante”.
“Mad Men”
En el mundo de las finanzas, los comentarios de Fisher han sido ampliamente denunciados. Art Hogan, jefe de estrategia de National Holding, que ha estado operando en Wall Street durante varias décadas, dice que sus palabras “no son aceptables hoy y no lo eran hace 20 años”.
“Tal vez eran más la norma en el momento retratado por la serie ’Mad Men’” , dice en alusión a la premiada serie que retrató la vida en una agencia de publicidad neoyorquina en la década de 1960. “Pero no en mi carrera”.
Pero los inversores se alejan más rápidamente de Fisher hoy “que la tendencia a respetar los criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza empresarial) en la inversión está aumentando”, dice. “El sector financiero teme ser atacado por temas que no tienen una influencia directa en las inversiones”, dice Gregori Volokhine, que gestiona portafolios en Meeschaert Financial Services. Para él, los comentarios de Fisher no son una excepción. “En finanzas ya escuché de todo”, dice. “Lo que pasa es que ahora asustan a todos, entre el surgimiento del movimiento #MeToo y la gestión ESG”.