En la votación, que arrancó en todo el país a las 08:00 locales (09:00 hora paraguaya) y se extenderá por ocho horas, Morales parte como favorito por un estrecho margen frente a su principal rival, el expresidente Carlos Mesa, según las encuestas.
Morales viene precedido de sus logros sociales y económicos pero también salpicado por escándalos de corrupción y acusaciones de tomar una deriva autoritaria.
A diferencia de las tres últimas elecciones desde 2006, esta vez no está cantada una victoria abrumadora para él en primera vuelta.
Tras votar en su reducto cocalero del Chapare, el mandatario expresó su “confianza” y optimismo.
“Acabo de sufragar, como me corresponde, y aprovecho esta oportunidad para convocar al pueblo boliviano a participar en esta fiesta democrática”, agregó.
Un sondeo de la universidad estatal le da 32,3% de las preferencias a Morales y 27% a Mesa, lo cual obligaría al mandatario con más tiempo en ejercicio en América Latina a ir a una inédita segunda vuelta.
Mesa es el único candidato de los ocho aspirantes opositores a la presidencia que puede hacer tropezar al mandatario. Y parte de la oposición llama a los votantes a un “voto castigo” contra Morales, que por su lado confía en el “voto seguro” de sus filas.
Del partido de centro Comunidad Ciudadana (CC), Mesa se reunió el sábado con observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) para plantear sus dudas sobre la transparencia de la votación, acusando de parcialidad al Tribunal Electoral.
En un cuestionario por escrito respondido a la AFP, Mesa denunció asimismo que hay en Bolivia “un partido que controla a todos los órganos del Estado incluyendo el electoral” y que “no tiene entre sus principios el respeto a las reglas de la democracia”.
Además, dijo, hay “un Tribunal Electoral que ha mostrado una clara parcialidad hacia la candidatura del (oficialista) MAS, por lo que es muy probable que se intente afectar el resultado de la votación, especialmente en áreas rurales y en algunas ciudades del exterior”.
De su lado, la politóloga boliviana María Teresa Zegadam consideró que “el poder ha sustituido las políticas en beneficio de toda la población por otras que satisfacen a solo algunos sectores” y denunció “persecución a líderes opositores”.
“Todo esto ha generado un malestar ciudadano y dado el sentimiento de que la democracia está en peligro”, declaró a AFP.
Pero en la inauguración de la votación, la presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María Eugenia Choque, buscó dar garantías de transparencia.
"Que (la población) pueda estar tranquila, porque se han asumido las medidas necesarias para resguardar el voto”, dijo.
Llamados a “rebelión”
La decisión de Morales de postularse para un cuarto mandato es fuertemente criticada por la oposición, que cree que el país podría caer en la autocracia.
En febrero de 2016, los bolivianos le dijeron “no” a Morales en un referéndum para cambiar la Constitución, que solo permite dos mandatos. Sin embargo, un año después esa decisión fue anulada por una polémica sentencia de la Corte Constitucional, que decidió que competir era su “derecho humano”.
Tanto los partidarios del MAS de Morales como de la oposición, algunos de cuyos sectores han llamado a la “rebelión”, han prometido salir a la calle en caso de victoria del lado opuesto.
Morales hizo campaña sobre su éxito económico, al mantener un alto crecimiento, una fuerte reducción de la pobreza y un nivel récord de reservas internacionales, que convirtió a Bolivia en uno de los países con la mejor tasa de crecimiento de la región.
Pero “el modelo económico boliviano (basado en la explotación de materias primas), que ha funcionado durante años, ya no es sostenible”, advirtió Michael Shifter, del grupo de expertos Diálogo Interamericano en Washington.
Además, los enormes incendios que devastaron un área casi del tamaño de Suiza en agosto y septiembre provocaron la indignación de los pueblos indígenas que acusan a Morales de haber sacrificado la Pachamama (Madre Tierra en quechua), para extender la frontera agrícola y aumentar la producción de carne destinada a China.
Activistas ambientales están desafiando una ley reciente que autoriza un aumento de 5 a 20 hectáreas en la deforestación.
Los 7,3 millones de votantes bolivianos eligen, además de presidente y vicepresidente, sus 166 parlamentarios.