La administración republicana, que accedió al poder con el apoyo de la derecha evangélica, se ampara en una lectura estricta de una ley federal de 1964 que prohíbe, entre otras, la discriminación “con base en el sexo”.
“El ’sexo’ se refiere aquí a si naciste mujer u hombre, no a tu orientación sexual o identidad de género”, argumentó el representante legal del Gobierno ante la Corte Suprema, Noel Francisco, quien considera que es competencia del Congreso y no de la justicia actualizar la ley.
Sin embargo, los derechos de las minorías sexuales han tenido avances gracias a los tribunales, incluida la Corte Suprema, que en 2015 legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en Estados Unidos.
Solo 22 estados prohíben la discriminación de las minorías sexuales en el ámbito profesional.
En los demás estados, es la Corte Suprema la que puede quitar a “los LGBT su estatus de (ciudadanos) de segunda categoría”, dijo Ria Tabacco Mar, de la asociación de defensa de los derechos civiles ACLU.
El martes por la mañana, un centenar de personas se reunieron delante de la Corte Suprema en Washington en apoyo a los derechos de las minorías, grupo al que se sumó la actriz trans Laverne Cox.
Karen Holmes, una militante trans de 62 años, dijo que en 2019 es “verdaderamente ridículo tener que pelear por cada caso” de discriminación.
Los mismos derechos
La Corte Suprema comenzará por escuchar los casos de Donald Zarda y Gerald Lynn Bostock.
El primero, un instructor de paracaidismo de Nueva York, fue despedido luego de bromear con una clienta, que iba a saltar amarrada a él con un arnés, sobre que era homosexual.
Zarda murió en un accidente en 2014, pero su familia ha continuado la disputa legal.
Bostock, un trabajador social del estado de Georgia, fue por su parte despedido luego de incorporarse a un equipo deportivo gay.
El despido de Zarda fue anulado por la justicia, pero el de Bostock se ratificó en un tribunal. Esa diferencia de interpretación de la ley justifica la intervención de la Corte Suprema.
Luego, los nueve magistrados examinarán públicamente por primera vez el caso de una persona trans.
Nacida como hombre, Aimee Stephens trabajó durante seis años en una casa funeraria de Detroit, estado de Michigan. Cuando anunció a su jefe su decisión de asumir completamente su identidad femenina, recibió dos semanas después por respuesta un “esto no va a funcionar”.
El propietario de la funeraria, Thomas Rost, quien se describe como un “ferviente cristiano” , alega que su decisión se basa en la defensa de sus valores y en la necesidad de “evitar todo lo que pueda molestar” al luto de sus clientes.
La decisión la afectó emocionalmente, pero Stephens se armó de valor y decidió luchar.
“Es tiempo de que alguien se levante y diga que fue suficiente”, dijo Stephens. “No estamos pidiendo que nos traten diferente, sino igual”.
Desde la histórica decisión sobre el matrimonio homosexual, la Corte se ha inclinado hacia el conservadurismo, con la llegada de los jueces nominados por Donald Trump, por lo que una victoria para la comunidad LGBT no está garantizada.
En junio de 2018, respaldó a un pastelero cristiano que se negó a preparar una torta de casamiento para una pareja gay alegando que iba en contra de su fe.