La cita de las principales economías avanzadas en Biarritz (suroeste de Francia) es el foro adecuado para que la canciller vuelva a poner sobre la mesa estos argumentos, aunque cada vez sopla más viento en su contra en el panorama internacional.
Merkel abogó hoy por trabajar para “que las tendencias proteccionistas no ganen la mano” y se mostró convencida de que un comercio “dentro de lo posible sin fricciones” tanto “con Estados Unidos como también con China y otras regiones” sería positivo "para todos”.
El producto interior bruto (PIB) alemán cayó en el segundo trimestre un 0,1% y las perspectivas para el próximo no son optimistas. La producción industrial y las exportaciones están cayendo con fuerza en una economía dominada sus sectores manufacturero y exterior.
La canciller trata de combatir las amenazas estadounidenses de aranceles -especialmente los que lastrarían a la poderosa industria alemana del automóvil-, pero también la defensa del sistema multilateral de negociaciones que encarna, pese a sus deficiencias, la Organización Mundial de Comercio (OMC) .
No lo tendrá fácil. El presidente de Estados Unidos defiende posiciones muy distintas -de los aranceles a los coches alemanes al inicio de guerras comerciales que son “ fáciles de ganar”- y está dispuesto a romper la baraja y abandonar una cita del G7 sin firmar el comunicado final, como ya hizo el año pasado bajo la presidencia canadiense.