Hace 75 años, el 1 de agosto de 1944, unos 50.000 insurgentes, soldados del ejército clandestino AK, dependiente del Gobierno polaco en el exilio en Londres, se lanzaron contra el ocupante nazi.
En 63 días de combates, 200.000 civiles murieron y la ciudad quedó reducida a ruinas. A continuación, Hitler ordenó acabar con todo cuanto quedara en pie.
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, participó en las ceremonias de aniversario y, de nuevo, pidió perdón a los polacos.
“Me gustaría pedir perdón a las familias de las personas abatidas y heridas. Me avergüenza lo que los alemanes, actuando en nombre de Alemania, le hicieron a Polonia”, declaró en el Museo de la Insurrección. “También me avergüenza el hecho de que esta culpabilidad se mantuviera silenciada durante mucho tiempo después de la guerra”.
A las 17:00 (11:00 hora paraguaya), hora del comienzo de la insurrección en 1944, una breve concentración de unos cuantos miles de personas, una centena en moto, tuvo lugar en el centro de Varsovia entre antorchas y bengalas, mientras la multitud coreaba himnos patrióticos y religiosos.
Tres jóvenes estudiantes que asistieron al acto declararon que “es una época difícil, la gente está muy dividida, pero nosotros estamos unidos en torno a nuestra patria y nuestra fe” católica. La manifestación suele estar organizada por la ultraderecha, aunque entre la multitud también había jóvenes que llevaban un adhesivo que rezaba “contra el fascismo”.
Delante de la rotonda donde se celebró esta manifestación patriótica, un gran cartel luminoso alquilado por el movimiento Akcja Demokracja, proclamaba: “Varsovia libre. Sin fascismo”.
Otros mensajes denunciaban “la apropiación, por parte de los círculos fascistas, de ultraderecha y nacionalistas” de una fiesta de los polacos.