Greenwald, que vive en Río de Janeiro con su esposo brasileño y dos hijos adoptados, es cofundador del medio The Intercept.
Ese sitio web de investigación publicó chats filtrados que muestran que el ministro de Justicia y exjuez Sergio Moro conspiró para mantener al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva alejado de las elecciones presidenciales de 2018, finalmente ganadas por Bolsonaro.
Tras describir a Greenwald como un “tramposo”, Bolsonaro dijo que el periodista no sería expulsado de Brasil en virtud de un decreto emitido por Moro el viernes que permite la deportación de extranjeros considerados peligrosos.
El decreto no tiene “nada que ver con” Greenwald, dijo de acuerdo a la prensa brasileña Bolsonaro, que también se refirió a que el periodista está casado “con otro hombre y ha adoptado niños en Brasil”.
“Tramposo, tramposo. Para evitar el problema se casa con otro embaucador y adopta a un niño en Brasil”, dijo Bolsonaro. “Ese es el problema que tenemos. No se irá. Quizás vaya preso en Brasil, pero no será expulsado”.
Greenwald reaccionó rápidamente en Twitter, describiendo a Bolsonaro como alguien que “quiere ser dictador”.
El gobierno “no tiene el poder de deportarme”, señaló. “No tiene nada sobre mí”, dijo, reiterando que no se iría de Brasil.
Greenwald se enfrentó a pedidos de deportación por la publicación de mensajes filtrados de Telegram que Moro intercambió con los fiscales cuando era el juez que encabezaba la investigación del caso de corrupción masiva conocido como Lava Jato.
Designado ministro de Justicia por Bolsonaro en enero, Moro ha sido acusado de tratar de influir de manera indebida en esa investigación, iniciada en 2014, y que condujo a la cárcel a numerosos políticos y empresarios, incluido Lula.
Él ha negado cualquier delito y afirmado que los criminales piratearon los teléfonos celulares con el objetivo de anular las condenas resultantes de la investigación.
Moro sostiene que cuatro personas arrestadas el martes por supuestamente piratear teléfonos pertenecientes a él, a los fiscales y a Bolsonaro fueron la fuente de las conversaciones que se filtraron a The Intercept.
La publicación se ha negado a identificar su fuente o a revelar cómo accedió a la información.