Implacable entre junio y septiembre, no obstante, el monzón es esencial para irrigar los cultivos y asegurar el suministro de agua en el subcontinente, donde habita la quinta parte de la población mundial. Pero, como todos los años, las violentas lluvias provocan muerte y destrucción.
En India, casi un centenar de personas murieron a causa de las inundaciones y derrumbes de edificios en distintas partes del norte del país. Los estados de Bihar y Assam sufrieron más de la mitad de estas muertes, provocando además decenas de miles de desplazados. “Hace quince días que toda la zona se encuentra inundada”, señaló a la AFP un habitante de Assam.
“Los daños (materiales) son terribles, el ganado también ha sido afectado. Todo ha quedado destruido”, añadió. El ejército indio ha sido desplegado para realizar tareas de rescate en este gran estado del noreste del país, en tanto los guardabosques del parque natural de Kaziranga ayudaban a los animales a escapar de las corrientes de agua.
En Bangladesh, donde casi un tercio de su territorio se encuentra actualmente inundado, el último balance es de 59 muertos, entre los cuales 10 se registraron en los enormes campos de refugiados rohinyás provenientes de Birmania. “Llovió mucho en los últimos días, los aludes han dañado muchas casas y la gente padece muchos sufrimientos”, señaló Sanjida Begum, un habitante del distrito de Cox’s Bazar (sureste), región donde hay un millón de refugiados rohinyás.
“Los niños son arrastrados cuando intentan cruzar los torrentes de agua”, añadió. En Nepal, las inundaciones provocaron la muerte de al menos 83 personas y 17.000 familias tuvieron que ser desplazadas. Pero con la retirada progresiva de las aguas, la gente ha comenzado a regresar a sus hogares, indicó a la AFP un portavoz del ministerio del Interior.
En Pakistán, las autoridades contabilizaron 30 muertos, siete de ellos miembros de una misma familia, aplastada por el derrumbe del techo de su casa, cercana a la ciudad de Lahore.