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No se avizora que la situación de crisis vaya a pasar o mejorar las condiciones; por el contrario, tiende a ser cada vez más complicada la recesión, explicó Valentín Fernández, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Encarnación (Cacise).
La recesión es un fenómeno que afectó a todos en general, pero esta situación es más notoria en las ciudades fronterizas con la Argentina, donde la actividad económica tiene un fuerte relacionamiento y dependencia del relacionamiento y el comercio de frontera.
El efecto se hace más notorio en el área del circuito comercial, donde la actividad es prácticamente nula y el paisaje que se observa es de comercios cerrados y calles desiertas, pero la recesión afecta también a la llamada “zona alta” de la ciudad.
Si bien el relacionamiento no es tan directo con los turistas compradores como el caso del nuevo circuito, la crisis general hace su impacto, y sufrimos los efectos, porque este sector de la ciudad también tiene una clientela que dejó de venir por el cierre de la frontera, refirió.
Esta situación, sin embargo, no la sufren tanto las ciudades que se encuentran alejadas de la frontera. A 50 kilómetros de Encarnación, en las colonias, por ejemplo, los comercios no sufren tanto el impacto, es más, están mejor y recuperándose, porque en esta pandemia el sector agrícola está en auge, puntualizó.
Fernández dijo que no se visualiza una salida inmediata a la crisis del comercio encarnaceno; sostuvo que una forma de ayuda desde el Gobierno sería promover créditos blandos entre los empresarios, pagaderos a partir de cierto plazo, de tal forma a permitirles oxigenar su situación económica.
La inversión en obras públicas, como la construcción de viviendas populares, sería otra fuente que posibilitará una circulación de dinero y una reactivación del comercio.
Cuestión sanitaria es solo una excusa
Respecto de una próxima reapertura de la frontera con la ciudad de Posadas, el directivo se mostró pesimista. En el lado argentino no existe interés por abrir el paso en el puente internacional. Se alega una cuestión sanitaria, pero el fondo es un interés económico. Al comercio posadeño le vino bien este cierre, porque gran parte de sus compradores no pudieron salir a comprar fuera de la provincia, significó.
No obstante, en estos momentos una apertura de la frontera tampoco es garantía de una mejoría al comercio local, pues el peso argentino está muy devaluado, y las asimetrías del momento resultan favorables a los compradores encarnacenos.
Mientras los empresarios del comercio se debaten en la crisis buscando no sucumbir, otro sector, el de los trabajadores informales de frontera, se declara en total situación de indefensión y retomó sus protestas para exigir del Gobierno la provisión regular de kits de alimentos, el cumplimiento real de las transferencias de los prometidos G. 500.000 mensuales por tres meses, y excepciones en el pago de luz y agua.
Los informales, nucleados en un “Gremio de trabajadores de frontera de Itapúa” retomaron la semana pasada sus protestas bloqueando el paso frente a la ANNP para impedir la entrada y salida de camiones con carga internacional hacia Argentina. “La frontera está cerrada para los pobres, no para los grandes empresarios”, afirmó Verónica Lugo, una de las dirigentes del sector.