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Hay algunos alimentos que no se descomponen nunca, a pesar de que tengan fecha de vencimiento. Puede comprarlos y acumularlos sin problemas, aunque algunos requieren ciertos cuidados a la hora de almacenarlos.
Los alimentos son perecederos, por tanto, se descomponen, por la acción de bacterias y hongos. Cuando entran en acción estos microorganismos se altera el aspecto, olor y sabor de los alimentos, y puede haber riesgo si se consumen.
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Un alimento, tanto si es de origen vegetal como animal, empieza su descomposición en el momento en el que se cosecha (en el caso vegetal) y en el momento del sacrificio (en el caso animal). Bacterias, mohos, parásitos o virus son algunas de las principales causas de este deterioro.
A pesar de que en algunos casos ciertos alimentos deteriorados no suponen un riesgo para la salud, sí se ven alteradas sus propiedades organolépticas. Para evitar este deterioro necesitan unas determinadas condiciones de tratamiento, conservación y manipulación.
El grado de descomposición es distinto según el tipo de alimento. La avena o la harina son más estables que los frutos secos o las papas, que pueden permanecer durante largo tiempo sin problemas, si se manipulan de forma adecuada.
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En cambio, los más perecederos son la leche, la carne, las frutas y los huevos, que se descomponen de forma más rápida y, por tanto, necesitan métodos especiales de conservación (en la mayoría de los casos, refrigeración).
Cuando un alimento se descompone, lo hace como resultado de distintos procesos químicos y biológicos. Algunos de estos mecanismos los causan los propios alimentos con la formación de bacterias patógenas. Sin embargo, estos alimentos que mencionamos a continuación estarán disponibles por siempre en su alacena.
Alimentos que no caducan nunca
1. Miel de abejas. Puede cambiar de color o cristalizarse, pero siempre será seguro comerla. Si se cristaliza, solo es necesario abrir la botella, colocarla en agua tibia y revolver hasta que se disuelva.
2. Arroz. Aun si la bolsa se llena de polvo y mugre, el arroz que está adentro estará tan bueno como su primer día de cosecha. Esto aplica para el arroz blanco, salvaje, arborio, jazmín y basmati. El arroz integral no tiene la misma suerte, dado que contiene más aceite, es más propenso a volverse rancio. Solo asegúrese de guardarlo en un recipiente sellado para que no se le metan bichos.
3. Vinagre blanco. Puede comprar el envase más grande de vinagre y dejar de preocuparse. No caduca en absoluto y así siempre estará a mano, para aderezos y hasta para limpiar la casa.
4. Extracto de vainilla (del real). El extracto de vainilla real, dado que es hecho con alcohol, se mantendrá fresco y con mucho sabor tanto tiempo como lo tenga en la alacena. La vainilla de imitación no funciona de la misma manera ni dura tanto. Con esto en mente, quizá desee gastar un poquito más en extracto real, pues dura toda la vida.
5. Sal. Cualquiera de ellas, sal de mesa, sal gruesa, kosher, de mar... la que sea, se mantendrá fresca desde el día que la compra y hasta la eternidad.
6. Fécula de maíz. Para lograr que dure indefinidamente hay que mantenerla seca en una bolsita, sellada en un lugar fresco.
7. Azúcar. La cosa con el azúcar no es mantenerla fresca, sino evitar que se haga “piedra”. El azúcar nunca se echa a perder porque no permite el crecimiento de las bacterias. Solo asegúrese de guardarla en un contenedor sellado para que no le entre humedad ni bichos.
8. Licores fuertes. Basta con guardarlos en un lugar oscuro y fresco. Tu colección de bebidas alcohólicas de alta graduación podría ser una herencia de generación en generación. A lo mucho podría perder un poco de su aroma, pero no tanto que deje de percibirlo. No así con los vinos, que exigen ciertos cuidados en su almacenamiento para que se mantengan deliciosos y mejores con los años.
9. Porotos. Después de un año o dos de guardados tardarán un poco más en ablandarse al cocinarlos y, algunas veces, quizá no se ablanden mucho, pero en definitiva no perderán su valor nutricional, así que eso los hace una opción duradera.
10. Café instantáneo. Es simple: se mantendrá para siempre apto en el congelador, esté sellada la bolsa o no. Si se deja afuera, se pondrá duro y rancio.