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Que tengamos un clima con mucho sol y calor nos permite aprovechar para deshidratar frutas y verduras. En Grecia, por ejemplo, durante el verano, todos los techos de las casas tienen montada una estructura para deshidratar higos y uvas. Lo primero es elegir frutos que no estén “pasados” ni muy maduros. Por ejemplo, tomates, ajíes, zucchinis, berenjenas, mangos, manzanas, ciruelas, duraznos, damascos…
Hay que lavarlos y secarlos con un paño. Luego, cortarlos sin pelarlos. Si son tomates, con cortarlos al medio es suficiente, si les sacamos el jugo y las semillas se secarán más rápido, aunque esto no es necesario si son tomatitos chicos. Los zucchinis y las berenjenas podemos cortarlos en rodajas o láminas a lo largo.
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Podemos salarlos con un poquito de sal fina o apoyarlos sobre una cama de sal gruesa. Si nos gustan las especias, este es el momento de añadirlas para que den un toque de sabor. El romero, tomillo, orégano y la albahaca son las más utilizadas, frescas o secas.
Si son frutas, lo mismo, lavamos, secamos, cortamos y retiramos las semillas. Las espolvoreamos con un poquito de azúcar.
Armamos una estructura con una rejilla de alambre para que el calor los envuelva por arriba y abajo. La colocamos en un lugar donde dé el sol pleno la mayor parte del día.
Disponemos los frutos sobre esta rejilla, bien separados entre sí y apoyados sobre la piel, es decir, con el interior hacia arriba.
Ahora tenemos que taparlos con un tul fino para evitar que los insectos y las aves se quieran apoderar de nuestro tesoro. Es importante fijar de algún modo esta tela al suelo o la mesa (por ejemplo, con algún peso) para que no se vuele con el viento.
Por la tarde, cuando se ponga el sol, retiraremos la rejilla con los frutos y los llevaremos bajo techo; así impediremos que se humedezcan con el rocío nocturno. Al día siguiente, cuando haga calor, sacaremos de nuevo los tomates, poniéndolos del mismo modo.
Habrá que repetir esta operación durante varios días —puede tardar entre 1 y 2 semanas—, hasta que los frutos se sequen. Sabremos que están deshidratados cuando adquieran un color más oscuro, una textura más firme (similar a la del cuero) y dejen de estar pegajosos.
Cómo acelerar el proceso
También podemos desecar y deshidratar en el horno, en la cual no dependemos del clima y se puede conseguir una temperatura constante.
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Hay que encender el horno a una temperatura muy baja, menos de 100 ºC. Para lograrlo podemos dejar la puerta del horno entreabierta. El tiempo de secado dependerá del tamaño y la cantidad de frutos que utilicemos. En cualquier caso, no es un proceso inmediato: puede tardar entre 4 y 10 horas. Al igual que con la deshidratación al sol, sabremos que están listos cuando su color se oscurezca de manera notable, su textura se endurezca y dejen de estar pegajosos.
Cómo conservarlos
Cuando los frutos están listos, los podemos guardar en cajas, con papel de por medio, o en frascos y cubiertos con aceite de oliva, alguna hierba como romero o tomillo, granos de pimienta o dientes de ajo. Conservamos en la heladera y lo usamos a gusto en el plazo de un mes.